Tu mismo eres tu enfermedad y tu salud

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La verdadera sanación tiene lugar solamente a través de la sanación de las causas en el alma

La sanación completa es la sanación del alma y del cuerpo, y conduce por tanto a la salud profunda y a la verdadera superación de lo que nos ha enfermado. En este proceso se concede primero la mayor atención al alma, porque la causa de cualquier enfermedad está en el comportamiento erróneo de la persona. Este se introduce como carga negativa en el alma y desde allí ejerce influencia en el cuerpo.

Bien es cierto que la sanación del cuerpo se puede lograr p. ej., Aplicando fuertes medicamentos. Pero la sanación solamente del cuerpo no es en realidad una sanación completa, sino que es solo aparente o temporal. Solo es cuestión de tiempo hasta que la enfermedad vuelva a aparecer y se convierta en crónica o haga surgir otra diferente, porque el origen de la enfermedad no ha sido eliminado. Sigue existiendo en nosotros, en nuestra alma, como carga.

El origen de toda enfermedad está en el alma. Podemos descubrir la causa de nuestra enfermedad si observamos nuestros pensamientos y sobre todo nuestras subcomunicaciones, que, a menudo, expresan mucho más que la parte consciente de nuestra comunicación.

Un buen médico o un buen consejero de vida, que conoce a partir de su propia experiencia los procesos de causa y efecto, nos puede ayudar a reconocernos a nosotros mismos y a encontrar los pasos para un cambio necesario en nuestra forma de pensar y vivir.

Nuestros programas están en el cerebro; el camino hacia el cuerpo a través del sistema nervioso y hormonal

Consideremos los procesos que transcurren entre el alma y el cuerpo.

Las comunicaciones y subcomunicaciones forman parte de programas determinados. Observado desde el punto de vista orgánico, los programas se encuentran en el cerebro, sobre todo en las partes inferiores del mismo, en el sistema límbico, allí donde están asentados los sentimientos, las emociones y los afectos.

Visto de forma espiritual, los programas se encuentran en el consciente y subconsciente, y cuando persisten allí durante más tiempo, pasan a las denominadas capas del alma, que forman el aura del ser humano.

Desde las capas del alma, desde el aura, irradian a algunas partículas determinadas del cuerpo anímico y desde allí a los astros, que sirven como registros planetarios en la ley de Siembra y cosecha. Allí se graban lo programas -que son las cargas de la persona, sus así llamadas causas, que pueden producir sus efectos en la vida terrenal-. En estos astros están registrados todos los procesos y actuaciones de todos los seres humanos, porque cada ser humano es un microcosmos en el macrocosmos.

Dado que, como se acaba de explicar, los programas parten del cerebro, se podría decir que nuestro destino, una enfermedad, sufrimientos y padecimientos, todo lo que nos sucede, tiene su origen en el cerebro, al mismo tiempo se encuentra en el alma y también en los planetas correspondientes.

Por lo tanto, nuestra enfermedad, en lo que se refiere al cuerpo, se halla en el cerebro. Desde este centro de mando, el cerebro, esta se encamina hacia el cuerpo, por ejemplo, a través del sistema nervioso vegetativo o autónomo.

Un centro del sistema nervioso vegetativo se encuentra en la región del plexo solar. Allí, en la zona del estómago, se manifiesta también esa sensación rara que hemos mencionado, que nos señala una subcomunicación. En la región del plexo solar se produce entonces una crispación que se puede observar p. ej., con un aparato de ultrasonido. Se presentan pérdidas de energía con las correspondientes debilidades de los órganos conectados, p. ej., el páncreas, que pueden conducir en determinadas circunstancias a una bajada de la tensión, a un colapso o a un desmayo.

Los impulsos provenientes del cerebro están en el cuerpo en primera línea a través del sistema nervioso, pero también a través del sistema hormonal.

Cuando movemos pensamientos negativos en nosotros -p. ej., de miedo, preocupación, envidia, codicia, celos o venganza- estos influyen sobre nuestro sistema nervioso vegetativo. Esta irritación puede afectar a su vez a determinados órganos, de manera que se produzcan agarrotamiento, lipotimia u otros trastornos. Además de esto, se desarmonizan las dos glándulas principales del cuerpo, la epífisis y la hipófisis, y estas envían sus señales hormonales a las demás glándulas. De esta manera se produce en el cuerpo un campo de vibración negativa, un ambiente que permite a los virus y bacterias atacarnos, atacar nuestro cuerpo.

Los pensamientos positivos son los mejores impulsos de mando para el cuerpo

Hemos visto que los agentes patógenos mismos no son el origen real, la causa de nuestros trastornos de salud. La causa verdadera está en nosotros mismos, es decir, en nuestros pensamientos negativos.

Los pensamientos desarmoniosos sacan por tanto de la armonía a nuestro cuerpo. Si en nuestro balance hormonal y en el sistema nervioso hay regularidad, sosiego y un ritmo equilibrado, como está previsto en la naturaleza, estaremos y permaneceremos sanos. Pero tan pronto como se presenten extremos agitados o bajones prolongados, nuestros órganos no podrán seguir ese ritmo; fracasarán en su función y así se dará ya la base para una enfermedad orgánica. …

Extracto del libro: “Tu mismo eres tu enfermedad y tu salud.”
www.EditorialGabriele.com

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