Ser conciente en el ahora

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Hoy en día, si bien también ocurrió en tiempos pasados, muchas cosas, ideas, impresiones, actitudes y aptitudes nos llevan a salir de ahora en busca de algo que sugiere el deseo o apremia el temor, dos sensaciones y sentimientos básicos que derivan del sentimiento de carencia.

Hoy en día, si bien también ocurrió en tiempos pasados, muchas cosas, ideas, impresiones, actitudes y aptitudes nos llevan a salir de ahora en busca de algo que sugiere el deseo o apremia el temor, dos sensaciones y sentimientos básicos que derivan del sentimiento de carencia.

Pero cuando se está fuera del ahora es fácil desequilibrarse, salir de si mismo y proyectarse en los mil anzuelos que tiene la vida y que potencia la economía de mercado en que todo se ofrece para venderse, y para hacer caja hay que estimular los ya maltrechos órganos de percepción y de asimilación, humanos que, muchas veces, aturdidos por esta avalancha se derrumban, y lo dan todo por perdido cayendo la persona en la depresión, o se estresa y emprende una alocada, muchas veces, huida hacia adelante.

Nunca como ahora es necesario incrementar el equilibrio emocional y el pensamiento positivo para salir de esas amenazas. Y la empatía para relacionarnos con los demás de forma sensible y armónica, no desde la carencia, sino desde el deseo de compartir.

Uno debe aprender a ser consciente de lo que le ocurre dentro, y como está influido desde fuera para no ser un borrego que alimentado y conducido primero a esquilar y después al matadero. Debe convertirse en un águila que observa desde arriba con agudeza y visión penetrante, sabiendo distinguir la paja del grano, lo que le alimenta de lo que no sirve para nada o incluso perjudica. La vida se ha convertido en una jungla sensorial en la que somos literalmente acechados y, a veces, atacados por alimañas.

Por supuesto que no todo es malo, y que vivimos en una época de grandes oportunidades y que la revolución tecnológica nos ha dado alas nuevas, pero muy pocos manuales de vuelo. Hay que desarrollar dos pilares fundamentales, el equilibrio emocional y mental y la actitud y el pensamiento positivo.

Se necesita desarrollar los elementos cognitivos para una ampliación de consciencia, que haga ver todo lo que nos desestabiliza, cómo existen pautas de pensamiento que llevan a la pérdida de conexión con la esencia y la sensación de Ser, y los ganchos culturales de la sociedad que nos manipulan, y cómo escapar o ser indiferente a ellos.

Es necesario tomar mayor control de uno mismo y de la vida, relajando la importancia que le damos a las cosas, ya que la actitud crea fuerzas emocionales y están influyen en las relaciones con los demás y en los acontecimientos.

La filosofía, la psicología, la metafísica y sin duda la mística tienen respuestas para muchas de las grandes y esenciales preguntas del espíritu humano. Y una de ellas es quién o qué soy. Hay mucho de falta de verdadera autoestima en nuestra sociedad, la proliferación de fotos a uno mismo, los llamados selfies, la necesidad de mostrarse diferente y “vendérselo a los demás”, la cultura de la banalidad y de lo “fashion” y lo “cool”, es otra muestra clara de la falta de sencillez y naturalidad que acompañan a la verdadera clase y al estar contento dentro de su piel.

Pero mucho de lo que nos hace daño lo ha enseñado la cultura imperante, y aquí estamos nosotros con la obligación moral de poner de nuestra parte para cambiarlo. Porque la opción es clara, o estamos con las fuerzas del bien, de la constructividad y la autenticidad o estamos con las de la banalidad, o vegetamos, no hay muchas más opciones. La profundidad en el conocimiento es esencial, “lo que hay que saber” como llaman en la India a la Filosofía, quitándole importancia a lo que es necesario para ganarse la vida, al que llaman “conocimiento especializado”, ya que por mucho que sepamos cómo hacernos ricos, si no somos conscientes y no sabemos relacionarnos, ¿de qué nos sirve? Poco a poco va llegando la aurora del conocimiento, y una de las más importantes es la de la relación de pareja. ¿Cuánto dolor y frustración está creando la falta de cultura de relaciones afectivas?, obviamente para tener una relación, primero hay que respetarse y tenerla con uno mismo, amarse en el sentido más amplio y profundo de la palabra. Amarse para no venderse. Amarse para no alquilarse, amarse para no engañarse ni engañar.

Estamos viviendo momentos tensos, confusos, de desorientación. Las relaciones de pareja están sufriendo verdaderas transformaciones, crisis y en muchos de los casos desenlaces de ruptura dolorosos.

Es un momento inestable psico-emocionalmente porque estamos viviendo la transición del patrón de pareja obsoleto, basado en la necesidad, complacencia, sacrificio-sufrimiento, lucha de poderes, manipulación-chantaje emocional al nuevo paradigma. Este nuevo modelo se centra en la unión de seres que se autoconocen a través de un trabajo interno con su aspecto femenino y masculino, la pareja interna, cuyo objetivo es convertirse  en un individuo completo, que se ama, empoderado (que ha asumido su poder interior), que se valora y está libre de miedos, creencias limitantes, bloqueos inconscientes… Un ser libre, auténtico y conectado con  el amor verdadero que parte de la conquista con uno mismo.

Y es que esta relación con uno mismo es la clave de todo el equilibrio del ser humano, pero para relacionarse bien con algo o alguien, en este caso uno mismo, ha de conocerse y saber que tiene que hacer para que esté bien. ¿Obvio no? pues se hace mal de forma generalizada. Todo empieza por algo tan antiguo como el culto de las virtudes, porque cuando se pierden viene la decadencia, personal y social.

En la actualidad tenemos muchas cartas buenas en la partida de la vida: un gran acceso a información prácticamente gratis y la posibilidad de formarnos, para que nuestro cuerpo intelectual y de consciencia crezca, que no seamos sólo seres sensuales que quieren experimentar sensaciones y afectos, sino que queremos saber, y al saber crecemos interiormente y también en paz y en serenidad que es la reina de la sensaciones, que abre las puertas de la simpatía y el amor, sus hijos más brillantes.

Antonio Fernández-Figares
Ecocentro
www.ecocentro.es

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