Lectura: ERES MUCHO MÁS PODEROSO DE LO QUE CREES Tienes la capacidad innata de revertir cualquier proceso de salud

ERES MUCHO MÁS PODEROSO DE LO QUE CREES Tienes la capacidad innata de revertir cualquier proceso de salud

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Desde que somos pequeños, nuestra familia, el colegio y la sociedad nos inculcan ciertas creencias limitantes basadas en el miedo, lo que causan una profunda impronta en nuestra mente subconsciente, responsable de nuestro destino en la vida. Entre estas creencias limitantes, hay algunas comunes a prácticamente todos los seres humanos:

  1. Soy un ser dependiente
  2. No podemos escapar del sufrimiento
  3. Tenemos que pasar por enfermedades, más o menos graves, a lo largo de nuestra vida
  4. Es muy común fallecer por enfermedad
  5. Para conseguir las cosas hay que trabajar muy duro

Durante muchos años albergué en mi subconsciente este tipo de creencias y otras, pensando que eran todas ellas ciertas, además de dar por hecho que la vida era una especie de camino de espinas, francamente duro y amargo, del que no se podía escapar, hasta que un día desperté de esta programación negativa y di un vuelco a mi vida.

La mayoría de las personas despiertan a través de un suceso o evento traumático. En mi caso, me detectaron una enfermedad terminal por la que no me daban más de 6 meses de vida. Al verme en una situación en la que me jugaba la vida, decidí tomar acción de forma inmediata. Así, me di cuenta de algo realmente importante que me cambió la vida: el hecho de que no estamos destinados, tal y como afirma la medicina alopática, sino que estamos programados, y que es posible revertir esta programación que se alberga en nuestro ADN mediante procedimientos sencillos, potentes, rápidos, eficaces y totalmente inocuos. 

El proceso requiere disciplina, fe, paciencia y grandes dosis de determinación. Hay que estar dispuesto a atravesar el desierto hasta alcanzar la Tierra Prometida, tal y como se narra en la Biblia en forma metafórica, puesto que no podemos cambiar una programación errónea, mantenida a lo largo de tantos años, en poco tiempo. La naturaleza es una gran maestra en este sentido: un niño no nace en un día, necesita un proceso de nueve meses; una cosecha no se genera en unas horas, necesita de meses también. Es importante conocer esta Ley Universal que hace referencia a que todo cambio profundo necesita un tiempo de germinación hasta hacerse vivible en la esfera física.

El cambio es difícil al principio,
confuso a la mitad,
y precioso al final

Para producir esta transformación en nuestras vidas, debemos identificar las creencias erróneas que han limitado nuestro potencial en todas las áreas (salud, dinero, éxito profesional, pareja, relaciones sociales) e ir programando nuestra mente subconsciente “a la carta”, al gusto de cada uno, siempre y cuando las nuevas creencias sean seguras tanto para la persona como para el resto de la Humanidad y del Planeta.  Por eso, siempre se pregunta al sistema de la persona (formado por su mente subconsciente y supraconsciente), la idoneidad de llevar a cabo la reprogramación de mente subconsciente mediante la programación de creencias autoexpansivas y la eliminación de emociones limitantes (miedo, ansiedad, apego, envidia, celos, etc.). 

Esto hará que se desactiven del ADN las energías que sustentaban dichas creencias y emociones, dando lugar a que se activen otras nuevas autoexpansivas y que propiciarán cambios favorables en la vida de la persona para resolver la situación que desee abordar en ese momento.

Antes de curar a alguien,
pregúntale si está dispuesto a renunciar
a las cosas que le enfermaron.
-Hipócrates-

Cuando me detectaron la enfermedad, tenía muy claro que si quería curarme, debía dar un giro completo a todas las áreas de mi vida, darles la vuelta como a un calcetín. Empecé, lógicamente, con la salud. Para ello, leí, estudié y apliqué las teorías de los médicos alternativos (medicina del alma y medicina energética, entre otras) y de las nuevas terapias que abordan el estudio de la mente y de las emociones, puesto que es ahí donde reside el origen de la gran mayoría de las condiciones de salud. Me di cuenta de que todas estas teorías estaban basadas en las ideas de Hipócrates, el famoso filósofo y médico griego, sobre la salud, el origen de la enfermedad y cómo abordar cualquier condición física o mental. Energéticamente atraemos todo en nuestra vida, tanto lo bueno como lo malo, y esa energía no es sino un conjunto de creencias y emociones que juntas sostienen y dan forma a los eventos que se nos presentan en el día a día.

De esta forma, llegué a la conclusión de que la ENERGÍA es la clave de todo. Toda alteración física o mental produce una alteración energética que se manifiesta en bloqueos en los diferentes canales, nadis y meridianos de nuestro cuerpo. Un catarro, un cáncer, el ELA… todas responden a estos bloqueos energéticos. 

La curación de un catarro lleva mucho menos tiempo puesto que implica un número de bloqueos menor que las demás. Sin embargo, es posible sanar CUALQUIER condición de salud aplicando las técnicas energéticas necesarias en cada caso (y eso lo sabe siempre el sistema de la persona, que es el que informa al terapeuta de lo que precisa cada ser humano), así como otras técnicas físicas –en caso de ser necesario- que no tienen por qué ser tóxicas ni perjudiciales para el cuerpo. Por eso, la mayoría de los protocolos médicos que se aplican en la actualidad en la medicina alopática no funcionan, puesto que no están personalizados ni tienen en cuenta las variables y necesidades de cada persona. Además, la mayoría resultan altamente tóxicos y peligrosos, puesto que generan numerosos efectos secundarios y traumas tanto en el cuerpo físico como en el mental y emocional del ser humano.

Nikola Tesla (Croacia, 1856) ya afirmaba a principios del s. XX: “Si quieres entender el Universo, piensa en energía, frecuencia y vibración”. Las creencias y las emociones son, de por sí, energía, y cada una de ellas emite una frecuencia y una vibración. Las creencias y emociones positivas (amor, alegría, gratitud, compasión, etc.) producen frecuencias y vibraciones elevadas, mientras que las creencias y emociones negativas (miedo, ira, rabia, tristeza, etc.) desencadenan frecuencias y vibraciones bajas. 

Si nuestro sistema de creencias está sustentado en la negatividad, en creer que la vida es sufrimiento, que es normal estar enfermo, que el cáncer es igual a muerte, que el sufrimiento es normal, que los ricos son malos, que cuesta mucho alcanzar las metas, que para triunfar hay que trabajar duro e incluso sufrir, tal y como hemos escuchado en innumerables ocasiones en nuestros entornos familiares, estamos sustentando un sistema de creencias basado en bajas frecuencias, lo que se traduce en la vibración del miedo, la carencia o el dolor, entre otras. Estas bajas frecuencias lo que hacen es atraer sucesos, acontecimientos y personas desfavorables en todos y cada uno de los ámbitos de nuestra vida, no sólo en el de la salud.

Las vibraciones más elevadas son las del AMOR y el OPTIMISMO. Si vibramos en AMOR, es imposible que exista el  MIEDO en nuestra vida, tal y como señala UCDM . Los judíos, en su estudio de la Kabbalah, sostienen que sólo las personas positivas consiguen triunfar en la vida. Con independencia de las vicisitudes que uno tenga que atravesar en su vida, el confiar que detrás de cada problema o circunstancia adversa se encuentra una bendición -como así es siempre y siendo esta otra Ley Universal-, lleva a atraer esa energía a nuestra vida y a ver situaciones que podemos calificar de “milagro”. 

Esto demuestra que somos seres realmente poderosos, mucho más de lo que nos han hecho creer y mucho más de lo que nuestra mente consciente nos dice, por lo que a medida que vayamos modificando nuestro sistema de creencias erróneo, desalojando el miedo de nuestras vidas y dejando ceder nuestro poder a otros, nos iremos dando cuenta de que los “milagros” son mucho más frecuentes de lo que pensamos y deberían ser algo mucho más habitual en nuestra vida. 

Jesús señala en la Biblia que la fe mueve montañas y así es. Nacemos con una mente carente de fe, aunque a medida que la vayamos trabajando y fortaleciendo, como si de un músculo se tratara, iremos viendo grandes transformaciones en nuestra vida.

En relación con la salud, además de abordar el “reseteo de nuestro software interno”, es decir, de nuestro sistema de creencias y emociones defectuoso, invadido por distintos “virus y troyanos”, es muy recomendable adoptar otras pautas que, sin duda, serán de gran ayuda en nuestro camino de sanación . De esta forma, debemos analizar nuestro entorno, detectar los grandes estresores que existen a nuestro alrededor, y alejarnos de ese ambiente que nos enferma. 

El biólogo celular Bruce Lipton (Estados Unidos, 1944), realizó un experimento en los años 60 que cambió la forma de entender cómo está interrelacionada la bioquímica del cuerpo humano. Así, Lipton colocó una célula madre en un plato petri; como cada diez horas estas células se dividen en dos, al cabo de dos semanas tenía miles de células, todas ellas idénticas. Después seleccionó algunas de ellas y las colocó en otro plato, aunque esta vez cambió el entorno celular. Modificó la química de ese plato y comenzaron a formar músculo. 

Después, cogió otras células del primer plato y las colocó en otro entorno diferente. En esta ocasión formaron hueso, mientras que un tercer grupo de células se transformaron en grasa al modificar su ambiente. ¿Qué nos quiere decir Bruce Lipton con todo esto?. Lipton demostró que es el ambiente lo que determina el estado (y el destino) de cada célula, de manera que ambientes sanos, promoverán células sanas, mientras que ambientes nocivos, producirán células enfermas que eventualmente acabarán muriendo. Según él, no es necesario prescribir ningún tratamiento médico; basta con cambiar de entorno para sanar, puesto que el ser humano, compuesto por nada menos que 50 trillones de células, es un verdadero plato petri cubierto de piel.

¿Cuáles son los estresores más comunes que desencadenan las enfermedades? Los principales son, por este orden:

  1. Familia
  2. Trabajo
  3. Pareja

Resulta fundamental desterrar todas aquellas creencias y emociones que impiden darse cuenta de la idoneidad de alejarse de todos estos ámbitos y dedicarse a uno mismo, puesto que tú y tu bienestar deberéis ser siempre lo primero a partir de este momento y para siempre.

Me estoy deshaciendo
de todo lo que ya no necesito.

El Memorial Sloan Kettering Cancer, fundado en 1884 en Nueva York para el estudio y tratamiento del cáncer, señala que el origen de esta enfermedad está siempre en el entorno familiar, concretamente en la madre, el padre o ambos. Un suceso traumático, vivido en soledad durante la infancia, que tiene como origen a uno o ambos de nuestros progenitores, se instaura en nuestro subconsciente, en forma de creencias limitantes y emociones de baja vibración. Este hecho suele manifestarse en la edad adulta en forma de un tipo concreto de cáncer, dependiendo del tipo de evento traumático y de la zona del cerebro en la que se registra el suceso. Por eso, es muy importante abordar la etapa de la infancia para sanar lo que Lise Bourbeau denomina “las cinco heridas de la infancia” en el libro que lleva el mismo título, y que son las siguientes:

  1. Abandono
  2. Rechazo
  3. Humillación
  4. Traición
  5. Injusticia

En algunos casos, estas heridas son reales, mientras que en otras, el denominado “pensamiento mágico” del niño, que caracteriza su forma de pensar y de ver el mundo a edades tempranas, le lleva a interpretar determinados sucesos, como por ejemplo el hecho de que la madre se ausente para cuidar a un familiar, como un abandono. 

Este hecho tendrá una profunda impronta en su subconsciente y hará que ya de adulto, atraiga a su vida a personas que le muestren esta herida y que, por tanto, lo abandonarán una y otra vez, causándole un malestar profundo en forma de estrés que le llevará a enfermar. Si de pequeño vivió ese suceso de forma traumática y en soledad, desarrollará un cáncer con toda probabilidad, mientras que si consiguió o si pudo expresar lo que ese evento le hizo sentir, desarrollará otro tipo de condición más leve.

Como decía el psicólogo Carl Jung, “Hasta que no hagas consciente el inconsciente, seguirás llamándolo destino”. Hasta que no se aborden las heridas de la infancia y veamos las implicaciones que están teniendo en nuestra vida adulta, estaremos siguiendo un destino tóxico e incluso nefasto. Hasta que no nos ocupemos de sanar estas heridas (y otras específicas de las vivencias de cada ser humano), haciéndonos conscientes del sistema de creencias en el que se sustenta cada una de ellas y cambiándolo por otro positivo y autoexpansivo, seguiremos atrayendo al mismo tipo de personas y situaciones (enfermedades, rupturas, conflictos, etc.) una y otra vez.

Me permito no encajar.
Me permito ser diferente.
Me permito dejar de omitir partes de mi,
que podrían no agradarle alos demás.
Nací para aprender y realizarme,
esa es mi mayor prioridad.
Mi energía es sagrada.
Es tiempo de expandirla
y manifestar mi magia.

No se trata tampoco de juzgar a los padres. En unos casos, se trata de comprender y aceptar, especialmente para tener paz en el alma, que lo hicieron lo mejor que pudieron, y que en muchos casos están repitiendo patrones de sus padres, abuelos, etc. Como personas adultas y conscientes, tenemos el deber moral de rechazar los patrones de conducta familiares tóxicos, todas aquellas creencias sustentadas por nuestros padres que nos han llevado al fracaso en las distintas áreas de la vida, y demostrar que otra vida es posible. De esta manera, corregimos y sanamos las carencias de nuestro árbol genealógico, ya sea en el ámbito de la salud, el dinero, el éxito profesional, la pareja o las relaciones sociales.

Nos encontramos atravesando un momento de la historia de la humanidad realmente importante, mágico y transformador, en el que numerosos paradigmas  considerados como verdaderos en los últimos siglos, están siendo sustituidos por otros basados en frecuencias y vibraciones mucho más elevadas; el ámbito de la salud, es quizá, el más destacado en este sentido. 

Por otro lado, nos encontramos inmersos el proceso de sanación del karma de siglos pasados, buena parte del cual está basado en todos estos patrones limitantes. Por ello, cobra especial importancia la limpieza de nuestro árbol genealógico. Normalmente, el alma de uno de los miembros de la familia decide asumir dicha responsabilidad antes de encarnar. Suele tratarse de un alma vieja, dotada de gran sabiduría y fortaleza, dispuesta a aceptar ser visto como “la oveja negra de la familia”, el raro o la rara. A esta ardua y sacrificada tarea de sanar todas las “taras” o deficiencias del árbol en el que ha encarnado, le seguirá, sin duda, una gran bendición por ello que verá plasmada en esta vida o en las siguientes, y que  le hará ascender a dimensiones mucho más elevadas de la que encarnó.

Por otro lado, hay que remarcar que toda condición de salud, ya sea un catarro o un cáncer, tiene su impronta en nuestro árbol genealógico. Es imposible que experimentemos una alteración de salud que no hayan padecido antes nuestros antepasados. En mi caso, trabajé con distintas personas para dar con el origen y vimos que se localizaba en la Edad Media, cuando los reyes tenían hijos ilegítimos no reconocidos. En concreto, partía de una antepasada mía, hija ilegítima de “Fernando el Católico”, y a ella se sumaron más bebés ilegítimos siglos después.  

Esa rabia, esa ira acumulada por todos ellos se fue traspasando de generación en generación, plasmándose en una condición tumoral, hasta que llegó a mí para ser sanada del árbol, de manera que liberé a generaciones futuras de pasar por dicha situación. Al no tener hijos, la persona que hubiera desarrollado la enfermedad en caso de no haberla liberado del árbol, hubiera sido mi sobrina mayor, puesto que la enfermedad afectaba solo a la primogénita o, en mi caso, a la única mujer de la familia. Conocer esta información me dio mucha fuerza para comprender que podemos revertir cualquier proceso de salud si asumimos con determinación nuestra responsabilidad y damos con las raíces  de la condición a sanar.

Tras constatar que los tratamientos alopáticos convencionales no fueron eficaces en mi caso, decidí tomar mi propio poder personal, sin cederlo a ningún médico, para sanar de una forma amable tanto mi cuerpo, como mi mente y espíritu. Todo lo que viví, superé y conseguí, me hizo darme cuenta de lo poderosos que somos, de que somos nuestros propios maestros y que es en el silencio, conectando con uno mismo, como se consiguen encontrar las claves que llevan a la sanación.

A día de hoy, soy la única persona en el mundo que ha sanado esta condición de forma natural. Si yo he podido, si conseguí activar lo que los biólogos denominan la “impronta de supervivencia”, mecanismo que TODO ser humano es capaz de activar en momentos de riesgo para su vida, significa que todos los seres humanos pueden activarlo y lograr todo lo que se propongan.

A raíz de descubrir cómo funciona nuestra mente y darme cuenta de lo fuertes y poderosos que somos, decidí abordar las distintas áreas de mi vida con la misma metodología que había aplicado para revertir mi salud, consiguiendo grandes resultados en todas ellas, y modificando por completo mi forma de vivir y de ver el mundo. 

Noelia Martínez Mesones
Tfno: 620 722 914
cartanatalmaya@hotmail.com
Instagram: noelia9martinez
Facebook: www.facebook.com/nmesones

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