Últimamente se habla mucho de mindfulness, porque es una de esas palabras que se han puesto de moda, y todo lo que es moda, vende. Pero lo que realmente es el mindfulness queda desdibujado. En el marco de la investigación científica actual, el mindfulness, o «atención plena» como se ha traducido en castellano, se ha definido como la consciencia no prejuiciosa de la experiencia inmediata (sensaciones, emociones, sentimientos o pensamientos) tal y como es en el momento presente. Mindfulness hace referencia a la consciencia que transforma el vivir en una experiencia. Aunque se ha convertido más en un reclamo o una moda en lugar de ser una técnica terapéutica con bases neurocientíficas de muy buenos resultados, en España nos encontramos con que se está introduciendo la práctica del mindfulness en psicoterapia.
Una de las numerosas aplicaciones que podemos dar al mindfulness es para combatir nuestros miedos. Todas las personas tenemos miedos, pero debemos de ser conscientes de que los miedos son educados y heredados. Los seres humanos afrontamos menos peligros físicos que nuestros antepasados. Las amenazas de hoy en día son más psicológicas, como la pérdida de la pareja, del estatus social, del trabajo, de la sensación de importancia, la jubilación, la juventud o la belleza. Estas situaciones no suelen requerir una respuesta inmediata, pero nuestros cuerpos responden con reacciones físicas ante cualquier situación estresante como una amenaza.
La educación que transmitimos hoy en día (somos consecuencia de la educación recibida, tanto por imitación como por oposición) sigue funcionando al contrario de lo deseable. Profesores y profesoras, padres y madres, sensibilizamos hacia lo que les puede producir inseguridad, intranquilidad y desconfianza, así como una baja autoestima; insistimos en lo que hacen mal, en lo que no nos gusta en ellos, en lugar de sensibilizarlos hacia lo positivo, lo que les da seguridad, confianza en sí mismos, recalcándoles lo que hacen bien, mostrándoles sus cualidades. Esta actitud en la educación es una semilla para germinar miedos.
La práctica del mindfulness puede cambiar la visión y la manera de afrontar la vida a cualquier persona. Y por lo tanto, acabar con los miedos, sean grandes o pequeños, que todos tenemos.
Recordemos que para practicar mindfulness no es necesario meditar, aunque forma parte de la meditación. Se dice que alguien le preguntó a Buda: «¿Qué has ganado con la meditación?». Y Buda respondió: «Nada. Sin embargo, te digo que he perdido la ira, la ansiedad, la depresión, la inseguridad y el miedo a la vejez y la muerte».
Helen Flix
Autora de Mindfulness para vivir sin miedos
www.diversaediciones.com