Una y otra vez se suele plantear la pregunta: ¿Por qué no interviene Dios en este caos de ignorancia humana?
¿Por qué permite Dios las manipulaciones de animales y de la naturaleza?
¿Por qué permite Él que los animales sean maltratados, torturados y asesinados?
¿Por qué? Porque los seres humanos, según la ley de la libertad, somos seres absolutamente libres. Dios, el Eterno, desde el comienzo de Su acto de tomar y crear, es decir, al inspirar el primer átomo espiritual, depositó en la Cuna de creación espiritual la libertad en el «Hágase».
Quien abuse del principio de la libertad, que es un principio de vida en la Existencia eterna, llevando a los hechos su voluntad humana pecaminosa, se entrega a sí mismo a la ley causal, que dice «Separa, ata y domina», de lo que resulta la ley de Causa y efecto, de Siembra y cosecha.
Para nosotros seres humanos, esto significa que: nosotros mismos somos responsables de todo lo que pensamos, hablamos y hacemos y que no corresponde a la Ley del amor a Dios y al prójimo ni a la verdadera libertad.
Todo lo malo que emana de nosotros y no se pone en orden, vuelve a entrar en nosotros; lo graban nuestras células físicas y la estructura de partículas de nuestra alma.
Quien no reconoce esto hoy y continúa actuando como hasta ahora, está conformando su propio mundo de sombras, que viene de lo inferior.
Con esa marca, el alma va al Más allá tras desencarnar, porque, así como el árbol cae, así queda tendido. Según sean las cargas del alma, esta volverá, tal vez, a convertirse en ser humano, a la encarnación que le corresponda. El nuevo ser humano, según sea su situación, continúa allí donde había terminado la vez anterior al fallecer su cuerpo.
Queridos amigos, todas estas explicaciones sobre la obra omniabarcante del Espíritu Creador eterno, dicho con palabras humanas, no son ni siquiera una gota en el océano de la Unidad Universal.
Pero en el alma de cada ser humano se encuentra el océano universal, la esencia del Universo. Y dado que las explicaciones sobre la Existencia universal eterna, expresadas con palabras, marcadas por lo tridimensional, ni siquiera son una gota en el océano universal, es preciso decir que: quien pueda captarlo que lo capte; quien no quiera aceptar lo que se le ha dado, que lo deje. En algún momento se manifestará en el alma lo que el ser humano es en el fondo de su alma: un ser espiritual etéreo del Universo, del éter de luz, que es la Unidad Universal.
Para concluir, un recordatorio y una petición:
Reflexionen ustedes -reflexionemos todos- sobre el hecho de que por cada pedazo de carne que el ser humano coma, se ha matado a un animal de la familia universal de Dios.
Reflexionen también acerca de que los animales que comen carne han tomado este comportamiento de energías de las que se ha llenado a la Tierra, o de energías que ellos han acogido por el olor de miles de millones de personas que han consumido y siguen consumiendo trozos de cadáveres de animales.
Si lo desean, reflexionen también acerca de que los contenidos negativos de nuestra forma de percibir, sentir, pensar, hablar y actuar son material bélico que tiene sonido, color, forma y olor. A través de las glándulas de nuestro cuerpo segregamos lo que somos, y también lo que corresponde a lo que comemos. Piensen también sobre el hecho de que es el ser humano quien transmite su comportamiento a los animales en lo temporal, es decir, en la Tierra.
Da igual como lo queramos ver: comer carne significa hacer que se mate a animales.
Que cada vez más personas capten y comprendan en su corazón que los animales son nuestras criaturas hermanas en la gran familia universal de Dios. Ellos son nuestros hermanos y hermanas menores que necesitan de nuestro amor y amparo.
Los seres humanos hemos olvidado reflexionar sobre el amor a Dios y al prójimo. Los expertos pasan más tiempo pensando sobre el núcleo atómico. Tanto la ciencia como la religión pescan en aguas turbias, sobre todo en lo que a Dios se refiere.
Todo lo que sabemos sobre Dios y los conocimientos científicos, distan aún mucho de ser pruebas. Todo se basa en la fe o incluso en hipótesis sobre cómo podría ser -pero que tal vez no sea así.
Ninguna persona les puede demostrar si la forma de ver las cosas, tal como se ha explicado o escrito, es correcta, si tampoco si Dios existe.
Únicamente ustedes pueden demostrarse a sí mismos qué es verdad, porque en ustedes, en el fondo de su alma, está el núcleo divino universal que es etéreo, el corazón primario, el éter de luz, la Comunicación universal infinitamente fluente, la vida comprendida en el núcleo divino, y que ustedes, el ser humano, están envueltos, es decir, incluidos en el Espíritu de Dios, en el éter de luz infinito e inagotable, que es el amor absoluto y el amor al prójimo.
Copiado del libro: «La Unidad Universal que habla. La Palabra del Espíritu Creador Universal»
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