Neurodanza. La Liberación a través del movimiento, la música y la conciencia

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Hace dos años un amigo mío sacerdote al que había formado como profesor de Neurodanza, me comentó que nunca sus fieles le verían abrazando a una feligresa en la puerta de la iglesia, que para ello tenía otros espacios. En ese tiempo, observaba su cuerpo evolucionar mientras danzaba en conexión con otra compañera del curso cuando, de repente, observé como su miembro viril se insinuaba por la entrepierna de su pantalón de chándal. Posteriormente en el relato de vivencia del que dispone esta disciplina, para elaborar los “darse cuentas” experimentados en la sesión, le pregunté sobre este hecho y nos compartió la siguiente frase: “Estoy a régimen pero contemplo el menú”.

Pude ver como mi amigo hablaba abiertamente de su vivencia sin complejos, ni sentimiento de culpa, lo cual me agradó y me llamó la atención, nunca se me había ocurrido imaginar que un sacerdote mostrara abiertamente su sentir y lo que aquel sentir le llevaba a experimentar con total naturalidad.

La religión nos viene a decir lo que está “bien” y lo que está “mal”, la ciencia nos dice lo que es “verdad” y lo que es “mentira”, la política lo que es “correcto”y lo que es “incorrecto”, y la economía lo que puedes hacer “si tienes dinero” y lo que no puedes hacer “si no lo tienes”. Estos cuatro aspectos son la base de la cultura y nos invitan a ser “uno más del montón”, a entrar en esa zona de confort de la que es difícil salir para cuestionarnos otra realidad. “Esto es lo que hay y esto es lo que es” nos hacen creer y lo compramos.

La cultura es un arma estratégica que nos impide volar como aves libres y nos aboca a estar pegados a la tierra como reptiles. Una amiga mía me decía el otro día que “si quieres volar no te puedes rodear de reptiles y si quieres ser un reptil no puedes volar”.

En ocasiones, nos encontramos en esta dicotomía y nos preguntamos a qué “dios” servir, dónde queda lo espiritual y dónde lo material, dónde nuestra individualidad y dónde nuestra personalidad, qué constituye nuestra libertad y qué constituye la cárcel que habitamos sin ser conscientes de que somos reclusos.

Es cierto que la libertad de uno mismo acaba donde comienza la del otro, que hemos de respetar al prójimo, sin embargo ¿dónde queda el respeto por lo que sentimos sin menoscabar la libertad del otro?, ¿dónde quedan esos mandatos biocósmicos que son los instintos que durante eones han preservado la vida y mantienen nuestra salud y bienestar? Piense por un momento, querido lector, lo que sucede cuando se traicionan o pervierten los instintos.

Somos seres culturales, pero también espirituales. El espíritu es una esencia que vive en todo ser humano, que le permite ser libre, volar, extasiarse ante una atardecer o ante otro ser humano, amar de modo incondicional, intuir el camino por dónde ir o lo que hacer, el espíritu es la esencia más profunda del ser humano sin la cual no evolucionaría hacia la realización, ni el crecimiento personal.

Disponemos de una disciplina que nos libera de la culpa, que nos vincula con lo que sentimos, con nuestros instintos, con nuestro espíritu, con nuestra libertad, que nos hace disfrutar sin complejos, liberar las emociones, atenuar la presión cultural y superar esas limitaciones.

Disponemos de una disciplina que nos permite dejar de ser uno más del montón y reconstruirnos como verdaderos individuos, sujetos a nuestro propio poder personal, a tomar nuestras propias decisiones sin estar condicionados por las creencias limitantes que la cultura, la religión, la política o la economía nos dictan.

Ahora podemos ser nosotros mismos, alcanzar una mayor cuota de autonomía respecto a la cultura y a lo que piensen los demás, transformar las creencias y limitaciones auto-impuestas, adquiridas de la cultura y volver a ser humanos libres.

La disciplina que nos permite dar estos pasos se llama Neurodanza y está integrada por múltiples herramientas de Gestalt, Mindfulness, coaching, sistema Javier de la Sen de Biodanza, Diagrama de Peirce, cuatro nobles verdades, biodescodificación, wu-wei, terapia regresiva, análisis transaccional y neurociencia, entre otras disciplinas.

La clave de Neurodanza reside en los “darse cuenta” que surgen de la forma de movernos individualmente, el modo en que interactuamos con los demás al movernos, y la relación que esos “darse cuenta” guardan con las diferentes áreas de nuestra vida: pareja, trabajo, autorrealización, salud, familia, ocio y tiempo libre, amistades y dinero.

Neurodanza se fundamenta en el trabajo con movimientos naturales y músicas precisas y en el desarrollo de la conciencia asociado al movimiento. Cada ejercicio tiene un significado existencial, un “para qué”, se realiza de este modo, cuando el movimiento del practicante se aleja de la forma natural en que es ofrecido por un profesor cualificado en Neurodanza le hace tomar conciencia de las creencias que limitan el área de vida que quiere mejorar.

Con el fin de mejorar las áreas de vida indicadas líneas arriba, Neurodanza ofrece multitud de ejercicios de creatividad, vitalidad, afectividad, masculino-femenino, trascendencia y “llaves” que permite al practicante de un modo rápido y directo transformar su patrón de movimiento y acto seguido mejorar cualquier área de su vida.

Durante los meses de junio, julio, agosto y septiembre la Escuela Superior de Inteligencia Corporal (ESINC) imparte formación intensiva de profesores de Neurodanza. Para ampliar la información consulta la página www.neurodanza.es

Javier de la Sen
Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.
Terapeuta holístico y profesor didacta de Neurodanza.

 

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