Mi buen lugar en la vida

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Quisiera comenzar este artículo con este escrito:

Para los niños, el amor es el asidero más importante. También los padres fueron niños un día y los padres de estos, igualmente. En ocasiones, la mala fortuna y las penalidades hacen que las familias caigan en un desorden y una confusión completos. Puede suceder que los padres, por amor a sus padres, les dediquen todo su apoyo y pierdan un poco de vista a sus propios hijos. Estos niños se convierten entonces en jóvenes desorientados. Sólo cuando el orden familiar se restaura los niños pueden vivir otra vez en el lugar que les corresponde, son capaces de tranquilizarse y desarrollarse.
Jirina Prekop

Existen numerosos caminos que una vida puede tomar; cuando somos concebidos se genera un vínculo con el sistema de nuestros padres, “nuestro sistema”. 

Desde que nacemos estamos condicionados a nuestros orígenes, a nuestro entorno, tanto familiar como cultural/social, luego también nos afecta el entorno educativo y los hechos relevantes de nuestro proceso de vida.

¿Qué son los vínculos?

Los vínculos son ese tejido, una gran red que nos une a nuestro sistema familiar, a nuestro clan a los nuestros, es nuestro lugar de pertenencia, donde el vehículo es el amor. 

Desde una edad muy temprana, el niño tiene la fantasía de que la felicidad de sus padres depende de él, también tiene sus propias necesidades, la de ser visto, de ser aprobado, de saberse amado de manera incondicional. Los niños tienen la necesidad de sentir que el otro “la madre” está en su totalidad para ellos y lo mismo al revés; los niños están disponibles de manera incondicional para sus padres. Es un deseo profundo que siente el niño de hacerlos felices, de agradarles a cualquier precio lo cual, en numerosas ocasiones, puede generar que el niño se desordene y ocupe un lugar que no le corresponde en su sistema, en esa gran red a la que pertenece…

¿Cómo nos desordenamos de nuestro lugar?

En este anhelo de satisfacer a los padres, miramos a través de su mirada, sobre todo de la mirada de mamá y es allí, donde muchas veces el niño queda atrapado, colocándose en lugares difíciles que no le corresponden en su afán de obtener la mirada incondicional de la madre. 

Ocupamos un lugar que no es nuestro cuando estamos en lealtad con algún miembro de nuestro sistema familiar de origen; cuando asumimos actitudes, roles, conductas que no son nuestras; cuando nos sentimos superiores a nuestros anteriores o inferiores a los/as posteriores; cuando queremos controlar lo que no nos corresponde; cuando emitimos juicios y críticas que destruyen…

Explico mejor con un ejemplo: Una mujer queda huérfana en el parto, su madre muere al darle la vida, esta niña crece con el deseo y una fijación de tener a su madre consigo; por lo que su mirada está fijada en su carencia. Luego, esta mujer, tiene su primera hija, cuando esta hija mira a su madre; observa, siente y percibe la necesidad latente de su mamá y se desordena colocándose en el objeto de visión de su propia madre y así es como  adopta el rol de madre de su madre, por lo que, de manera intermitente y muy habitual, se siente por encima de ella, se siente con el derecho de saber que es lo mejor para la madre, se coloca en un lugar arrogante.

Cabe decir que el movimiento es por amor, esa hija adopta un rol que no le corresponde en una edad muy temprana. En su fantasía, si se coloca en la mirada de la madre, tendrá el amor de esta y el niño siempre está dispuesto a cargar con lo que sea para que sus padres sean felices. Esta es una de las innumerables formas que, por amor, adoptamos roles que no nos corresponden, nos desordenamos y esta situación trae como consecuencia que nuestra propia vida no se desarrolle naturalmente, sintiendo pesadez, agotamiento, debilidad, estancamiento, falta de opciones, entre muchas otras.

¿De qué manera ocupamos nuestro buen lugar en la vida?

Estando muy atentos a nuestro lugar como hijos, a nuestro lugar entre los hermanos (si los hay). Asintiendo el destino de cada uno, sabiendo que sólo estando en nuestro lugar en esta gran red, tendremos fuerza.

Respetando el orden de llegada de cada miembro a nuestro sistema, dando un buen lugar a los anteriores, sabiendo que cada uno fue y es importante para que la vida continúe desarrollándose independientemente de los sucesos, todos hemos sido ese niño inocente en busca de amor, esto nos lleva a una conexión con algo más grande, con nuestra gran alma familiar.

Te das cuenta de que estás en tu lugar, cuando todo alrededor se equilibra, te sientes en calma y sientes que la vida fluye, que te centras en tu presente mirando al futuro con fuerza.

Hasta pronto.

Lic.Claudia Secco
Psicoterapeuta Gestáltica y Sistémica a nivel individual, de parejas, infantil y grupal. Terapeuta Gestalt, Diplomado en psicoterapia Gestalt Infantil (Universidad de la Concordia, México). 

Formación internacional en Constelaciones Familiares con Joan Garriga, Institut Gestalt, Barcelona. Constelaciones Organizacionales y Coaching Sistémico con Joan Corbalan. Entrenamiento internacional con Bert Hellinger, Alemania. 

Formación en Gestión de empresas Jan Jacob Stam. 

Formación internacional con Gunthard Weber. Formación internacional en chamanismo sistémico con Daan Van Kampenhout.

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