Cada vez se conoce mejor el funcionamiento del sistema linfático y su importancia como parte fundamental del organismo a la hora de equilibrarnos y protegernos de las agresiones externas a las que nos vemos sometidos y al estrés que soportamos en la vida cotidiana.
Los tres sistemas más afectados por esta situación son: el sistema nervioso, el endocrino y el inmunológico, ya que los tres actúan de forma entrelazada para ayudarnos a regular el organismo.
El drenaje linfático fue desarrollado en principio por la escuela del Dr. Vodder en Austria a finales del los años veinte del pasado siglo, trabajando por primera vez sobre los vasos, ganglios y estructuras linfáticas. La técnica desarrollada en su momento por ellos se ha visto posteriormente ampliada por otras escuelas de diferentes países que han ido aportando un carácter cada vez más científico al método.
El sistema linfático tiene dos funciones fundamentales:
Mantiene el equilibrio u homeostasis de los tejidos regulando el líquido intersticial al drenar y transportar moléculas de gran tamaño como proteínas, ácidos grasos de cadena larga, sustancias extrañas, etc. que por sus características no pueden penetrar en el torrente circulatorio sanguíneo y, a través de un gran entramado de vasos y ganglios, pueden ser eliminados.
Y forma parte del sistema inmunológico de defensa con la formación de linfocitos y especialización de los mismos en sus estructuras especializadas: ganglios y nódulos linfáticos.
Cuando hacemos drenaje ayudamos a la persona a reducir la tensión, pues la presión en los tejidos baja suavemente al retirar el exceso de proteínas en el líquido intersticial, en ello reside la importancia de esta técnica para reducir inflamaciones debidas a: traumatismos, embarazos, mala circulación, síndrome premenstrual, procesos inflamatorios alérgicos, etc.
Si el sistema linfático no funciona correctamente se pueden formar edemas, que en casos más graves pasan a ser linfedemas, mucho más endurecidos y difíciles de tratar.
El Drenaje Linfático es fundamental para un correcto funcionamiento del organismo, se encarga de recoger la linfa que se forma a partir del líquido extracelular. Ésta tiene un color blanquecino o transparente dependiendo de donde se originó. Se compone principalmente de agua, proteínas, sales minerales, moléculas de grasa de alto peso molecular y en ella podemos encontrar desde los productos de desecho del metabolismo celular a los linfocitos y macrófagos que se producen en los ganglios linfáticos, las sales minerales, las moléculas de grasa procedentes del proceso digestivo que si penetran en el torrente circulatorio lo colapsan, etc. En algunos casos pueden aparecer glóbulos rojos, ya que cuando nos hacemos un hematoma, el sistema encargado de recuperar los glóbulos rojos y otros materiales necesarios de la sangre no es el sistema circulatorio sino el linfático ya que esos elementos tienen un tamaño tan grande que no pueden atravesar de nuevo los capilares sanguíneos.
El sistema linfático es un sistema circulatorio abierto, al contrario que el sanguíneo que es cerrado y está formado por venas y arterias. Transcurre paralelo a las venas y sigue su mismo sentido. Comienza en el espacio que hay entre las células donde se forman los canales iniciales linfáticos, de ahí la linfa pasa a unos capilares linfáticos, a los vasos linfáticos que según su tamaño se denominan: precolectores, colectores, troncos y conductos y, en su recorrido, atraviesa diferentes puntos donde se aglutinan los ganglios o nódulos linfáticos.
Los vasos linfáticos se encentran prácticamente en todas las partes de nuestro cuerpo, excepto algunas zonas del ojo y del sistema nervioso central.
A diferencia del sistema venoso y el arterial, no tiene una bomba que impulse su flujo, por lo que para funcionar necesita del movimiento de los músculos, del latido de las arterias próximas a los vasos linfáticos, y un mecanismo especial de válvulas dentro de ellos que los delimitan en numerosos segmentos denominados angiones: cuando la linfa pasa de un segmento a otro, si trata de volver hacia atrás las válvulas que tienen se cierran impidiéndoselo. Cuando un angión se vacía, por succión atrae a la linfa del que está por debajo, y así ésta va desplazándose de un angión a otro hasta llegar a los ganglios linfáticos. De ahí que cuando queremos hacer un buen drenaje primero trabajamos los ganglios bombeándolos suavemente, y después muy suavemente empujamos la linfa hacia ellos, primero la de los vasos más cercanos para que los angiones se vacíen y poco a poco suba la de los más alejados. Es como caminar hacia atrás.
Nuestro cuerpo drena de una forma muy curiosa, ya que no drenan los dos lados igual. La pierna derecha no drena por el lado derecho del cuerpo, sino que junto con la pierna izquierda, toda la pelvis, el abdomen, el tronco izquierdo, brazo izquierdo y lado izquierdo de la cabeza, van hacia un gran “conducto torácico” que a la altura de la fosa supra clavicular, en el arco formado por las venas yugular interna y subclavia izquierdas (a la altura de la clavícula) se une a través del “Término Profundo” izquierdo al torrente circulatorio. El tronco derecho, brazo derecho y lado derecho de la cabeza drenan hacia la gran “vena linfática derecha” que se une por el “Término Profundo” derecho a las venas yugular interna y subclavia derechas.
El drenaje linfático por tanto tiene que ser muy suave, de hecho es como un tiraje de la piel. Es fundamental saber hacia donde discurren los vasos linfáticos para ayudar a la linfa a transportarse correctamente. No es un trabajo muscular, por lo tanto las presiones que se hacen son suaves, lentas y rítmicas, para dar impulso a la linfa sin colapsar los vasos linfáticos ya que éstos son muy estrechos. Nunca puede producir dolor sino todo lo contrario, de ahí que las personas muy estresadas se relajen al recibir este masaje.
Uno de los trabajos que estoy desarrollando ahora utilizando esta técnica en casos de mucho estrés es trabajar al tiempo que hago el drenaje corporal completo utilizando cuarzos en los centros de energía, tratando también de equilibrar los chakras colocando en cada uno de ellos un cuarzo y utilizando una crema especial que contiene cuarzo. Todo ello unido a un ambiente agradable con música suave y relajante consigue que la persona llegue a un nivel de relajación profundo, de hecho me comentan que es como si creara olas de movimiento dentro del cuerpo que les van introduciendo en una sensación de adormecimiento y descanso.
Nuestros centros de energía a su vez conectan con diferentes glándulas, por tanto también ayudamos a través del drenaje y los cuarzos a su equilibrio.
Las reacciones posteriores son de mejor descanso, rendimiento, tranquilidad y serenidad.
Cuando realizamos este tipo de trabajo es fundamental que el terapeuta este relajado para que sea capaz de transmitir y crear ese movimiento de oleaje que surge de sus propios mecimientos al dar el masaje.
Algunas personas que desconocen la técnica se quedan un poco extrañadas la primera vez que se lo hacen por la lentitud suavidad y ritmo que requiere esta terapia, pero cuando ven los resultados se animan a seguir tratándose con ella.
El masaje comienza en la cara, continua por el cuello, los brazos, tronco abdomen y piernas siendo la parte anterior del cuerpo la primera que se trabaja ya que los ganglios y el “Término Profundo” se localizan en ella, después la persona se coloca boca abajo y terminando con las piernas, glúteos y espalda.
La sensación de relax al finalizar el tratamiento es muy agradable, de hecho algunas personas llegan a entrar en un duerme vela lo que las ayuda a desconectarse del estrés y disfrutar de un tiempo para ellas mismas, algo que en nuestra vida cotidiana es cada vez más difícil.
Carmen Benito Rico
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