¡Tu también eres un ser que emite luz!

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Recuerdo la primera vez que escuché que somos “seres de luz”. En aquel entonces, la expresión tenía un matiz espiritual. Seres de luz hacía referencia a seres llenos de la luz del Espíritu.

Años más tarde, descubrí que la expresión era totalmente literal. Decir que la materia es “luz condensada” es una forma de expresarse. Es una forma de expresar, desde que Einstein formulara su famosa expresión E=mc2, que la materia y la energía están relacionadas, y que la materia es energía “lenta”, condensada, congelada. 

Hay muchos tipos de energía, la que podemos medir con los medios habituales es la energía electromagnética. Y el modelo de la física cuántica nos habla de la dualidad onda-corpúsculo. La partícula equivalente a la radiación electromagnética es el fotón. Entonces, hablar de radiación electromagnética es equivalente a hablar de fotones. Normalmente, los fotones hacen referencia a la banda de luz, sin embargo, el fotón es la partícula correspondiente a cualquier radiación electromagnética, en la banda que sea.

Pues bien, desde hace más de 100 años se conoce CIENTÍFICAMENTE que los seres vivos emitimos radiaciones electromagnéticas. Alguno pensará: “obvio, llevamos midiendo la radiación procedente del corazón más de un siglo”. Y así es. No sólo la radiación del corazón, sino también la del cerebro, y la procedente de cualquier célula. Exacto, todas y cada una de las células emiten radiación electromagnética, en diferentes bandas: en infrarrojos, en luz visible, en microondas… Eso ha permitido caracterizar los tejidos y utilizar estas radiaciones como una herramienta de diagnóstico. 

El conocimiento de las radiaciones llamadas endógenas es bastante completo, si bien todavía no se explica en la mayoría de las facultades de medicina. ¿por qué? Probablemente por la inercia desde que se hizo el informe Flexner y se estandarizó el curriculum de una medicina basada en la farmacología y la cirugía, y se descartaron el resto de las especialidades que, hasta entonces, eran también medicina convencional: naturopatía, osteopatía, homeopatía y la medicina energética. Se calcula (por los datos existentes en los registros de las asociaciones de médicos de la época) que, a principios de 1900, cuando surgió el citado informe, había más de 10.000 médicos en EE. UU. que utilizaban habitualmente la electroterapia con sus pacientes. Sin embargo, todo fue barrido como si no hubiera existido nunca. El desarrollo de los microscopios, los avances en biología molecular y celular, y el descubrimiento del ADN hicieron el resto: un modelo mecanicista bioquímico, que puede explicar una parte de la realidad, pero es ineficiente para explicar otros muchos fenómenos observados.

Y es que la vida es eléctrica. La vida depende de los fotones que recibimos del sol. Las moléculas básicas de la vida se originan a través de las tormentas eléctricas en una atmósfera gaseosa y sobre un mar salino. Y a partir de ahí, evoluciona hasta la complejidad que observamos hoy en día.

El informe Flexner borró de un plumazo los aparatos que se utilizaban, prohibiendo a los médicos hacer uso de ellos y destruyéndolos. Pero no pudo destruir el conocimiento. Una línea científica minoritaria ha permanecido investigando y descubriendo, filtrándose de vez en cuando en la línea mayoritaria. Y ahí nos encontramos actualmente, en ese doble rasero en el que, por un lado, utilizamos conceptos energéticos en muchos ámbitos (básculas de bioimpedancia, medicina estética, láser quirúrgico, fisioterapia), mientras los negamos en otros. Sin embargo, la evidencia es la evidencia, y las líneas de investigación siguen mostrando cómo los seres vivos emitimos luz, y cómo esta luz nos sirve para comunicarnos dentro de nuestro propio cuerpo y a la vez con el entorno. 

La visión electromagnética de la vida es fascinante, nos abre las puertas a una realidad nueva y conocida a la vez, y nos permite encontrar nuevas respuestas, nuevas soluciones, nuevas propuestas a la gran pregunta de siempre: ¿qué es la vida?.

Desde hace muchos años vengo trabajando en esa visión electromagnética, en comprenderla y en transmitirla. Creo que es muy importante que este conocimiento no se pierda, para que podamos ir ampliando nuestra visión, generando consciencia y viviendo con mayor plenitud. Los inicios de la electroterapia, cables en el cuerpo, luces en la biología, la coherencia cuántica como la clave del metabolismo y de la vida, los gurús del agua, la ciencia proscrita, la biología cuántica, ciencia y consciencia… son algunos de los temas que explicamos y comentamos en nuestros cursos. Y no sólo es un conocimiento teórico. Mis alumnos manifiestan cómo comprender estos conceptos les ha permitido cambiar muchas cosas en sus vidas, comprender la salud de otra manera, y ganar muchos recursos prácticos para vivir mejor.

Por eso me encantará compartir también contigo ese conocimiento. No hace falta requisitos previos, solo ganas de aprender (y de desaprender muchas veces lo que creíamos aprendido). Yo estoy allí, acompañándote en este proceso para que puedas realmente integrar el conocimiento en tu vida, y en tu práctica terapéutica, si así lo deseas. Encontrarás toda la información en https://www.energiahumana.es/formacion

Te deseo una vida llena de plenitud
Ana María Oliva
www.energiahumana.es – Tel. 672 02 03 23

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