Cualquier pequeño cambio que se produce en una parte del cuerpo afectará al resto, ya que todo está comunicado no sólo por el sistema nervioso, también a través de los tejidos conectivos en especial la fascia.
La fascia es una vaina laminar que envuelve todas las estructuras y órganos desde la cabeza a los pies, conectándolo todo. La pérdida de movilidad en una parte de ella, ya sea por una cicatriz o un impacto, puede afectar a cualquier otra parte aunque esté distante.
Desde hace unos años trabajo algunos puntos reflejos del pie permitiendo que desde ellos se libere la fascia, es muy interesante observar las reacciones que se producen según los problemas que tenga la persona.
Ya en un artículo anterior conté el caso de una alumna que, al ser tratada por sus compañeras con esta técnica, se colocó en la camilla en posición de parto, como si su cuerpo lo volviera a revivir. Durante el parto de su hijo, al niño le bajaron bruscamente las pulsaciones y los médicos decidieron hacerle una cesárea urgente. Le pusieron la anestesia epidural cuando ya estaba empujando y el útero se quedó ahí paralizado, sin completar la expulsión. A raíz de ello le costó mucho cicatrizar correctamente, que todo volviera a su tamaño normal y sufría muchas molestias. Tras la liberación que experimentó durante la clase se sintió muchísimo mejor.
Hace poco he tratado con Reflexoterapia Podal a una clienta por un problema de miomas. Los tiene desde hace varios años y aunque ahora se le han reducido, uno de ellos llegó a alcanzar 11 centímetros, porque su médico de atención primaria no la quería derivar a ginecología, a pesar de que tenía hemorragias muy severas que la dejaban totalmente sin fuerza y con anemia. Cómo ya la habían diagnosticado pequeños miomas, su doctora le decía que era normal que le pasara eso, pero que no tenían importancia. Después de mucho insistir contándole que también tenía dolores persistentes y mucha presión en el bajo vientre, consiguió que la atendiera la matrona y ésta, gracias a una palpación manual, detectó que tenía una masa de considerable tamaño y la mandó urgentemente a ginecología, donde vieron que uno de los miomas medía 11 centímetros.
El procedimiento habitual en estos casos, excepto que la paciente diga que quiere tener hijos, es la histerectomía, pero consiguió que le pusieran un tratamiento hormonal a base de progesterona (hormona que mantiene el embarazo).
Al principio tuvo algunas complicaciones digestivas y de dolor de cabeza. Cuando ya estaba terminando el primer ciclo de tres meses para descansar, le dio una subida muy grande de tensión (14–20) que la llevó a urgencias. A partir de ahí necesitó medicación para controlarla. Le dijo a su ginecólogo que abandonaba el tratamiento pese a que le decían que no tenía nada que ver.
Acudió a un naturópata que le ayudó mucho y, a través de la dieta y con terapia neural ha conseguido que la dosis de medicamento que toma ahora para la tensión sea mínima. El mioma también se ha reducido.
Lleva años acudiendo a osteopatía porque sufre de una espondilolistesis en la cuarta vértebra lumbar, que se desplaza de vez en cuando, dejándole atrapado el nervio, lo que le produce muchos dolores. De niña y durante muchos años bailó danza contemporánea, pero tuvo que dejarla a partir de este problema.
La sesión que tuve con ella fue muy interesante. Cuando trabajo los puntos relacionados con el síntoma que tiene la persona, si los noto muy bloqueados hago liberación fascial, permitiendo que el cuerpo suelte toda la tensión.
Nada más tratar las zonas reflejas del eje endocrino, comenzando por la hipófisis, empezó a moverse en la camilla. Al entrar en el tiroides se movió más, lo que me indicó que la zona estaba bloqueada, le pregunté cómo tenía los niveles tiroideos y me dijo que, aunque las analíticas siempre le daban valores normales, el naturópata también se lo había detectado. Un bloqueo energético no siempre se traduce en un cambio en los niveles hormonales de una glándula.
Cuando entré en las zonas reflejas de ovarios y matriz el movimiento involuntario del cuerpo era mucho mayor, y a partir de ahí, tratara la zona que tratara, se movía arqueando la espalda dibujando un oleaje, cómo si todo su cuerpo estuviera interpretando una danza. Era fácil saber cuándo llegaba al final de la liberación porque necesitaba bostezar aparatosamente.
Al trabajar las zonas reflejas de la columna vertebral, sobre todo cervicales, su escápula comenzó a soltarse, llevaba tiempo con ella muy bloqueada. Al llegar a las zonas reflejas del suelo pélvico, nervio ciático, lumbociático y cadera; me dijo que la masa que había tenido en el útero era tan grande que le había desplazado todas las estructuras hacia el lado izquierdo, y aunque después había disminuido considerablemente, todavía necesitaba osteopatía para recolocar la zona. En una de esas sesiones había tenido la visión de un accidente olvidado: un golpe muy fuerte que se había dado en el pubis con un pivote de los que ponen en las aceras que la había dejado dolorida durante bastante tiempo.
Los impactos, ya sean de caídas, golpes fuertes o accidentes dejan una información en el tejido que puede permanecer silente desequilibrando la zona. Cuando por determinadas circunstancias, principalmente emocionales, el cuerpo no puede mantener más el equilibrio, provoca dolores que, en ese momento, no son asociados al impacto porque ha pasado mucho tiempo.
Al terminar la sesión se sentía más ágil y ligera, la espalda ya no le molestaba y en la zona de útero no sentía presión.
A través de este trabajo muchas personas llegan a un nivel tan profundo de relajación que consiguen soltar toda la tensión del cuerpo recuperando el equilibrio físico y emocional.
Como me decía una clienta tras su sesión de un lunes: “Me siento como si fuera viernes”.
Carmen Benito
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