Se estima que el cuerpo humano tiene más de 30 billones de células las cuales forman tejidos, los tejidos forman órganos y los órganos forman los diferentes sistemas del cuerpo humano: el locomotor (muscular y óseo), respiratorio, digestivo, excretor, circulatorio, endocrino, nervioso y reproductor como bien sabemos. Todos estos sistemas son interdependientes, están conectados entre ellos e influyéndose unos a otros. Es por esto que, si una parte no funciona correctamente, todas las demás partes podrán verse directamente afectadas reflejándose en nuestra salud. Para poder gozar de salud tiene que haber una buena comunicación entre ellos y mantener un ambiente interno estable y constante, esto es lo que llamamos homeostasis.
Si nos adentramos más profundamente y a un nivel cuántico, encontramos que las células están compuestas por moléculas, las moléculas están compuestas por átomos, los átomos están compuestos por partículas subatómicas, las partículas subatómicas están compuestas por paquetes de energía, y estos paquetes de energía están compuestos por campos de información, por lo que podemos decir que el Ser humano no es solo una estructura física hecha de células y moléculas, si no que como todo lo demás está compuesto por campos de información. Es decir, somos energía, somos más que un cuerpo físico. Los científicos también han demostrado que el cuerpo humano es eléctrico y que hay corriente eléctrica en nuestro sistema sanguíneo, que funcionamos a base de impulsos eléctricos, y de esta forma logramos sentir, escuchar, ver, movernos, etc.
Cada pensamiento, o movimiento se genera a partir de un pulso eléctrico, esto pasa porque el cerebro reacciona ante cada pensamiento, emoción o acción, es decir, con cada emoción de alegría o de tristeza o de cualquier otro tipo de emoción, se genera una tormenta eléctrica que va desde el cerebro hasta el
cuerpo y de acuerdo a ese voltaje eléctrico se verán afectadas las células de nuestro cuerpo y sus procesos fisiológicos.
Al ser humano hay que verlo como un todo y desde una forma holística si queremos activar la autosanación. Tenemos un cuerpo físico y como sabemos, es nuestro vehículo, nuestro traje a través del cual nuestra consciencia se expresa y puede interactuar con la materia y vivir la experiencia humana.
También poseemos un cuerpo emocional a través del cual procesamos las emociones y sentimientos y tenemos otro cuerpo el mental a través del cual podemos procesar los pensamientos, representar nuestras “películas mentales” y es donde se ubica nuestro “programa ego”. Además de estos cuerpos hay otros pero que aquí no hablaremos de ellos. Estos cuerpos aunque también son interdependientes se afectan unos a otros. Cada representación mental (cuerpo mental) activa emociones asociadas (energía) a esa representación mental y esas emociones (energía) pueden acabar afectando al cuerpo físico si se mantienen en el tiempo. Si esa representación mental o pensamiento me hace sentir bien, mi cuerpo se sentirá más vital y mejor que si traigo a mi mente algo que me haga sentir mal. Seguro que ya has hecho la prueba. Por eso está el dicho de mente sana, cuerpo sano.
Todo lo que existe en el universo no es más que energía en diferentes estados, vibrando a una frecuencia determinada. Todo lo que nos rodea, sin excepción (objetos, plantas, personas, etc.), tiene su propio campo de frecuencia (y vibración) y por su puesto, tú y yo tenemos vibraciones diferentes, una vibración que nos caracteriza; ni mejor ni peor, simplemente diferente.
Hoy en día gracias a la terapia de frecuencias podemos entender que el ser humano no es solo una máquina biológica, sino una entidad que se expresa en un cuerpo físico, en una estructura emocional, mental, espiritual, y que goza de una consciencia que le permite elegir y decidir en cada momento. Aunque creamos que no, siempre podemos elegir aunque en la mayor a de los casos, son nuestras emociones limitantes o creencias las que eligen por nosotros y, en algunos casos, de forma automática.
La terapia de frecuencias mide la frecuencia vibratoria de un cuerpo, persona, u rgano para localizar aquellas alteraciones de frecuencias débiles y proceder a poner estas vibraciones en equilibrio de nuevo mediante una corriente muy suave denominada microcorriente de frecuencia específica. Esa microcorriente actúa sobre la zona de los tejidos dañados con el fin de aumentar y ajustar su frecuencia o también mediante el envío de frecuencias vibracionales para ajustar los desequilibrios bioenergéticos una vez identificados, acelerando as el proceso de auto sanación. La terapia de frecuencias es revolucionaria, no invasiva, no farmacológica e indolora.
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