Los tres cerditos y la política del avestruz. Historieta de una granja cercana.
Más allá de la pirámide establecida por las autoridades sanitarias, la alimentación es un asunto oscuro. Las recomendaciones, aparte de discutibles – la repartición en la pirámide en sí, las recomendaciones de consumo de chocolate, cerveza, y otros productos en televisión – poco hablan de la calidad intrínseca de los alimentos. Obviamente, hay mucho negocio en juego y cuando se trata de dinero, el humano pesa más bien poco.
¿Desayunamos?
Sea cual sea la fórmula elegida, desayuno español, con tostada, aceite y tomate, o cereales, podemos estar seguros de que lo que vamos a encontrar no coincidirá con salud. Las harinas están repletas de aditivos escondidos, los cereales comerciales llevan azúcar disfrazado y son de procedencia transgénica la mayor parte del tiempo, el tomate ha crecido sin tierra y a destiempo, lo cual lo convierte en un alimento de dudoso beneficio.
Tomaremos pues un café. ¿Un café? Cualquier curioso que se ponga a mirar el precio del café en los mercados internacionales se desmaya por su precio. Pero, a efecto de milagro, en mi supermercado, se ha vuelto un producto muy asequible. ¿Por qué será?
Vale, nos comeremos una fruta. Todos lo sabemos, tenemos que lavar la fruta antes de consumirla, por los distintos tratamientos que recibe para llegarnos bonita y entera. Las autoridades controlan celosamente el uso de los productos fitosanitarios, ¡que no nos maten de golpe, por favor! Pero ¿Quién sabe realmente los otros tratos que ha recibido esta manzana para solamente existir? ¿Qué hormona se ha tenido que tragar la pera? ¿Cómo lo hacen para que la uva siga fresca durante más de un mes después de terminar la temporada?
De acuerdo, no quieres pensarlo. A ti te dicen que consumas cinco piezas de frutas y verduras, una fruta o una verdura, es que a ti no te gustan las verduras, así que te inflas a frutas. La recomendación de Sanidad no distingue, será que no es necesario, una vale la otra, ¿o no?
Llegando a mediodía, tienes un hambre brutal.
¿Qué no comas carnes rojas, son malas para la salud! Mejor pollo, es más sano. Pero ¿de qué carne roja estamos hablando y qué pollo vas a comer?
¿Todavía no quieres saberlo?
Verduras…. Ya, claro. Pero es que no sabes cuales son de temporada y cuáles no. Y tampoco sabes qué esfuerzo necesita una verdura para crecer fuera de su temporada. ¿Qué tipo de alimento tendrán que echarla para que acepte crecer? A que no lo has pensado nunca, ¿verdad?
¿Y por qué la lechuga de mi abuelo del pueblo es la mitad de grande que la del supermercado?
¡Ah! otra cosa: Las Autoridades han advertido de la cantidad de arsénico en las verduras y hortalizas. No querrás morir envenenado por el arsénico, así que mejor prescindes de ellas. Asunto arreglado.
Si, lo sé. Pongo muchas preguntas y no contesto ninguna. Lo digo todo con mucha ironía, lo sé también.
Vale, soltaré alguna pista por aquí: si, las frutas están hormonadas para ser más gordas, bonitas. Y sí, esto repercute en tu cuerpo, aunque estén diciendo en televisión que no hay evidencias científicas. Las verduras crecen en todos los sitios sin tierra y a destiempo porque son modificadas. El pan de toda la vida no lo es: su modificación empezó hace medio siglo, y sí, podemos seguir la traza de sus modificaciones en la salud popular. Y como no hay ningún mal que por bien no venga, podemos disfrutar de la tecnología para comer ahora pan sin pan, sí, lo tenemos resuelto.
Para abastecer carne a tanta people como somos, mejor si aceleramos su crecimiento, mejor rendimiento. Modificamos su comida, los peces comen carne, no lo sabías, y las vacas comen pescado, al fin y al cabo, nos da igual puesto que terminan en chuletas. Y no, las vacas lecheras no son una raza que da leche toda la vida. Son mamíferos como tú y yo, que tienen leche cuando tienen un pequeño o cuando reciben hormonas. Y estas hormonas, la tomarás tú, en tu desayuno saludable. Nuestra forma de vivir nos ha llevado hasta aquí: seres obnubilados por la comida, que quieren neveras llenas sin importar de cómo se producen nuestros alimentos. Total, tenemos que morir de algo…
Cuando hablo con un paciente que viene con una patología “gorda”, siempre le digo que tiene que volver a alimentos naturales, ecológicos. No porque estén de moda, sino porque son los únicos que nos corresponden, en el sentido propio de la palabra, co-responder, es decir que entendemos su “mensaje” y podemos asimilarlo.
Vivimos en una sociedad esquizofrénica, donde queremos analizarlo todo. Necesitamos pruebas de todo. Pero también somos ciegos, los estudios solo valen si nos confortan en nuestras ideas de que esto es bueno para nosotros. En el momento que cuestionamos el sistema de producción, se levantan los escudos y se grita que no existe ningún estudio que demuestra que tal cosa es dañina (ejemplo claro, los alimentos modificados genéticamente). Da igual que la tasa de cáncer esté en aumento año tras año. No hay relación causa-efecto por estudios. Aunque los haya. O nos hundimos en el fatalismo fácil “pero ¿qué comemos entonces?”. De acuerdo, cambiar nuestra forma de consumir no es fácil. Pero tarde o temprano, va a ser la única opción.
Pero ¡que grito! ¿Qué me pasará?
Porque quiero que abras los ojos delante de tu plato, que te intereses por estos alimentos que te proporcionan vida, que pronto van a ser tú, que llegues a contemplar tu plato como el Universo, que entiendas que eres lo que comes.
El 6 de junio, te invito a la conferencia que doy en Ecocentro. Te explicaré las tecnologías y los medios más inimaginables que se utilizan para dar de comer a la mitad del mundo.
Y nos plantearemos como podemos cambiar esta forma de alimentarnos. Con calculadora, para los que dicen que no es sostenible comer consciente.
¿Sí? Te espero en esta conferencia. Porque tú lo vales.
¡Salud!
Cathy Liegeois
Nutriterapeuta en Ecocentro.
Consultas gratuitas : miércoles tarde y jueves mañana y tarde.
www.ecocentro.es