Hoy en día cuando le dices a alguien que te dedicas a la enseñanza del yoga te enfrentas ante la pregunta inevitable:
¿Qué tipo de yoga practicas – enseñas?
La respuesta que la persona espera puede variar entre: hatha, vinyasa, ashtanga, kundalini, iyengar, yin, jivamukti, restaurativo, scarabelli, yoga de cachemira, acroyoga, sivananda, satyananda …
Cuando le dices a esa persona el estilo de yoga que practicas le ayudamos a asociar este tipo de yoga con una forma de moverse, velocidad, ritmo, secuencia de posturas, respiraciones, un maestro y una interpretación de la práctica del yoga que proviene de la interpretación y revelaciones de una persona que dependiendo del estilo y/o de la tradición de la que hablemos ha recorrido gran parte de su propio camino de auto reconocimiento, indagación, auto conocimiento.
El yoga no es solo flexibilidad, fuerza, potencia, ni siquiera salud…
Creemos que el yoga es flexibilidad, fuerza, potencia, salud, bienestar y proporciona una vida más larga, pero al fin y al cabo el yoga no es otra cosa que aprender a caminar por la vida de la manera más ligera posible, aceptando quienes somos con nuestras virtudes y nuestros defectos.
Poco tiene que ver con saber hacer una postura a la perfección o poder aguantar la respiración durante largos periodos de tiempo. La práctica en el yoga es práctica desde el momento que nos ayuda a descubrir algo nuevo sobre nosotros mismos, sobre quiénes somos, la razón de nuestra existencia, si la hay.
Pertenecer a una comunidad espiritual es necesario para coger fuerza al principio
Es verdad que pertenecer a una sangha (una comunidad espiritual en la que apoyarse) puede ser una bonita manera de mantenerse en la práctica. Comprendo que el principiante o el que no ha ahondado demasiado en la filosofía y las enseñanzas del yoga puede todavía identificarse con un solo estilo de yoga. Es más, es beneficioso empezar a aprender las formas, la respiración, auto conocerse y leer filosofía de una determinada corriente y/o estilo durante un periodo de tiempo. Es importante aprender una secuencia, una forma de practicar y de auto explorarse, que ya esté mascada y que venga de una fuente que haya pasado por un proceso de auto descubrimiento. Pero bajo mi parecer, tarde o temprano es bueno desapegarse del nombre y la forma para adentrarse en el camino de auto conocimiento que es mucho más personal e íntimo.
Yo mismo me enmascaro ante estilos de yoga, maestros, formas de practicar, para darle una orientación a las personas que quieran acudir a mis clases. Pero, al final, mi práctica y mi forma de dar las clases, vienen de algo más profundo que depende no sólo de mis maestros, a los que tanto respeto y agradezco sus enseñanzas. Vienen de mi infancia, la manera en la que mis padres me criaron, el contexto en el que viví y vivo, los viajes que he hecho, las personas que me he cruzado por el camino, los libros que he leído, las buenas y malas experiencias que me han ocurrido, las interpretaciones y las revelaciones que he tenido. Al final, quien yo considero mis maestros se han convertido en amigos que me dejan hacer, explorar y ser libremente. Mi práctica es mi experiencia vital.
Por lo tanto, anclarse en el estilo es anclarse en la práctica del yoga, es querer siempre practicar la misma cosa durante todas las estaciones del año, todas las etapas de nuestra vida, todos los estados de ánimo. Anclarse en un solo estilo de yoga es el apego por el miedo a no ser reconocido, a no ser querido, el miedo a no ser nadie, el miedo a no poder ser uno mismo.
Abandona las identificaciones.
Es cuando dejamos el nombre, el estilo, una forma en particular enseñada de hacer algo, cuando podemos empezar a practicar, crear, hacer desde la sensación, la emoción y desde la fuerza divina creativa que emana de nuestro interior.
Pablo Ferrero
Profesor de Yoga y Coach. Fundador de Matrika Yoga.
www.matrikayoga.com
Formador de profesores de yoga de la Kashmir Shaivism School of Yoga (India) en España. www.yogaydesarrollo.com
Guía de viajes de aventura y autoconocimiento.