Casi seguro que uno de los deseos que más hemos pedido para este año 2018 es SALUD. Debemos ser conscientes que la salud no “cae del cielo”. O quizás sí. Porque sabemos que al nacer, los genes que traemos nos van a condicionar mucho en este tema, recientes descubrimientos, ya han demostrado que el medio en el que se desarrollan es mucho más importante. Y esta es una grandísima noticia, porque es precisamente en esa parte donde podemos influir nosotros.
Tenemos el poder sobre nuestra alimentación, y la de nuestros hijos, sobre nuestra actividad física, incluso sobre nuestros pensamientos. Pero también es verdad que en el mundo de “ruido y prisas” en el que vivimos, estas cosas no son fáciles de practicar y de vivir conscientemente. Por ejemplo, si comemos fuera de casa, no siempre vamos a poder elegir la calidad de nuestro menú.
Por la cantidad de tareas de la vida cotidiana posiblemente no vamos a poder hacer ejercicio a diario o poder dormir lo suficiente. Y de los pensamientos mejor no hablar. Quién puede controlar su mente cuando tenemos un problema que nos supera y no podemos quitárnoslo de la cabeza.
Todo esto nos va cansando física y anímicamente. Es lo que llamamos estrés y sus consecuencias a medio y largo plazo son la pérdida de la salud o la aparición de algún síntoma que nos restará calidad de vida. Si estos síntomas son leves, como dolor de cabeza, tensiones musculares, estados nerviosos, etc., tenemos opciones antes de recurrir a los medicamentos.
Se trata de las terapias naturales, algunas más conocidas que otra, y que no tratan enfermedades, sino que ven a la persona de forma integral para detectar el desequilibrio que ha podido originar dichos síntomas y así ayudar a restablecerlo. Porque no hay terapia ni buena ni mala, ni mejor o peor, sino que cada persona va a responder mejor a una que a otra dependiendo de múltiples factores. Lo que sí podemos afirmar es que todas tienen importantes beneficios, siempre que las lleve a cabo un profesional debidamente formado en la materia, en cada caso.
Hay terapias más conocidas como la Medicina Tradicional China, la Acupuntura, la Reflexología Podal, el Masaje Metamórfico o el Masaje con Cuencos Tibetanos, que nos permiten beneficiarnos de los conocimientos ancestrales de Oriente. Y otras más cercanas, como la Naturopatía que utiliza plantas medicinales, que son la base de la medicina occidental. Así como las Flores de Bach o la Kinesiología. Muchas de ellas ya se están usando como complemento a la medicina tradicional y son de reconocido prestigio en países de nuestro entorno, donde forman parte del sistema de salud algunas de ellas. O programas de entrenamiento mental, como el Mindfulness de sorprendentes resultados y que se están poniendo en práctica en grandes empresas por los beneficios sobre el control de estrés.
Así que ya no tienes excusa. No te quedes en los buenos deseos. Infórmate de qué terapia es la que más se adapta a tu “problema”. Escucha a tu intuición y síguela.
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