¿Estás postergando tu felicidad?

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Cada mañana te levantas, te arreglas, sales a trabajar, engulles tu almuerzo, sales del trabajo, vas a casa, cenas, descansas… Todos seguimos un patrón más o menos determinado cada día. Pero, si te detienes un minuto y evalúas tu cotidianidad, ¿cuánto tiempo de tus actividades diarias dedicas a hacer cosas que te hacen sentir feliz? No hablamos de la felicidad como fin último, ni como una meta elevada, sino como un estado general de bienestar, de satisfacción en diversas áreas de tu existencia. Si pones en una balanza todas las acciones que ejecutas cada día de la semana, ¿se inclinaría acaso hacia el lado de la alegría o al de las obligaciones? ¿Para quién trabajas? ¿acaso estás postergando tu felicidad? 

La felicidad no se alcanza, se construye

Si hay un concepto que es capaz de escapar de la comprensión humana, es el de la felicidad, y no por complicado o inconmensurable, sino porque la felicidad es completamente subjetiva, varía en cada individuo. Es imposible definir de forma única lo que es la felicidad. Sin embargo, esto no quiere decir que no se ha intentado crear una fórmula que simplifique la construcción del concepto de felicidad. Es por eso por lo que nuestra sociedad nos ofrece una lista de metas o hitos que deben cumplirse para considerarse feliz: tener dinero, hijos, una carrera universitaria, automóviles, objetos materiales, amigos, pareja…, si bien muchas de estas cosas pueden satisfacer a unas personas, a otras les tiene sin cuidado.

El problema es que desde muy pequeños estamos escuchando que existe una forma única de alcanzar la felicidad, que es esa que te presentan y que debes trabajar en pos de ello. No te dan tiempo para que te detengas y te preguntes lo esencial: qué es lo que tú necesitas para sentirte bien. Así que puedes terminar estudiando algo que odias, trabajando en algo que no te satisface, con una pareja (o sufriendo porque no la tienes) y corriendo detrás de algo que debería hacerte feliz pero no lo hace. 

Mejor mañana

El problema con estas metas grandilocuentes, imprescindibles para alcanzar la felicidad suprema, es que requieren una gran inversión de tiempo y esfuerzo. De este modo, si necesitas comprar algo (una casa, un coche) para ser feliz, entonces, seguramente, debes trabajar mucho, incluso tiempo extra, a veces, haciendo cosas que no te agradan pero que son las que generan mayores dividendos. Pero también es posible que decidas dedicar tiempo a estas obligaciones en vez de hacer algo que te haría sentir más satisfecho. 

No tomas esas vacaciones para conocer ese lugar que sueñas porque necesitas ahorrar, porque ya vendrán mejores tiempos, porque hay que invertir ese dinero en otra cosa. Dejas de hacer un curso o de unirte a un club que te interesa porque tienes que llevar a los niños a algún lado, o porque hay que ocuparse de la casa. O tal vez no haces eso que deseas porque no puedes, ya no tienes la edad para ello, porque qué dirán de ti, porque no tienes tiempo o estás muy cansado. Existen miles de excusas, pero el resultado siempre es el mismo: estás postergando la felicidad.

No esperes hasta el final

Cada vez que aparece un estudio con personas que están al borde de la muerte, a las que se les pregunta qué hubiesen cambiado de su vida, la respuesta siempre es más o menos similar: me hubiese gustado invertir más tiempo con mi familia, o estudiando, o viajando o haciendo lo que me gustaba. Lo que se resume en una frase única, ojalá me hubiese tomado el tiempo para ser feliz. 

Bonnie Ware, una enfermera experta en cuidados paliativos de enfermos terminales y autora de un libro sobre el arrepentimiento de las personas moribundas afirma que, el arrepentimiento más común de estos pacientes terminales, es no haber hecho lo que ellos querían hacer y haber dedicado tiempo a hacer lo que los otros querían que hicieran. 

Y es que el primer paso hacia la verdadera felicidad es precisamente ese tomarse el tiempo para escucharse, conocerse y entenderse; para descubrir la definición única, particular y personal de lo que es la felicidad. Es importante saber qué es lo que te gusta, lo que te disgusta y entender que esto es un concepto flexible, que puede y debe ser transformado a medida que creces y te desarrollas. Tu idea de lo que es la felicidad puede expandirse o cambiar completamente con el paso del tiempo y las experiencias. Es la única forma de saber hacia dónde quieres ir, de cumplir tus propias expectativas y no las de los demás. 

Cada individuo es responsable de la felicidad propia, ésta no debería depender del accionar de otro individuo, aún cuando se dependa de un modo u otro de esta persona. Es decir, ni siquiera eres responsable de la felicidad de tus hijos, puedes proveerles sus necesidades básicas y enseñarles todo lo que puedas y protegerles durante su niñez, pero su felicidad dependerá de sus decisiones personales, así que postergar tu propia felicidad por tu propia familia es un sacrificio fatuo, que no tendrá mayores frutos. 

El mejor momento es ahora

No hace falta esperar a mejores tiempos, ni arrepentirte porque no hiciste eso cuando estabas más joven. El mejor momento para emprender cualquier actividad o acción que te conduzca a sentirte un poco feliz es justamente ahora. El tiempo se saca, el dinero se consigue, la disposición real y honesta es lo único que hace falta para alcanzar alguna meta. 

La vida es corta, mucho más de lo que imaginas, y cuando menos lo pienses puedes ser una de esas personas invirtiendo sus últimos minutos de vida arrepintiéndose de no haber tenido el valor de actuar conforme a sus deseos, creencias y valores. 

Toma esa clase de baile, haz ese curso que quieres, matricúlate en la universidad para terminar tu carrera, deja todo y vete de sabático a conocer el mundo. Llénate de experiencias, de historias y anécdotas. No temas decir que tu felicidad es diferente a la de todos, que no quieres hijos ni casa, que no necesitas una pareja, que quieres dedicar tu vida a escribir o a plantar rosales. 

No importa lo loco o extraño que parezca a los otros, eres tú quien importa, quien debe trabajar por su propio bienestar. Que cuando cierres los ojos cada día y pongas tus horas en la balanza, te des cuenta de que una buena parte de tu día está dedicada a construir tu felicidad.

Begoña Ramos
Crecimiento y Superación Personal.
Tlf. 91 032 77 15  y 635 02 70 42
www.crecerinteriormente.com

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