Un verdadero maestro libera, no ata

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Hoy mi fraternal amigo Antonio García Martínez (adelantado practicante de hatha-yoga y meditación) me ha enviado un texto del que ha sido su cantate favorito, Franco Battiato, y  en el que una frase me ha tocado muy hondo, pues siempre me he identificado con lo que expresa: «Un verdadero maestro libera, no ata». 

Raro es el mes en que un gurú de masas no da motivos para ser puesto con toda razón bajo sospecha. Ya hace muchos años, en una revista de enorme difusión, publiqué mi artículo «La Farsa de los Gurus», del mismo modo que publiqué mi controvertida obra «Verdad y Mentira de los Gurús», parte de ella escrita en la India, y que incluso me mereció no pocas amenazas. Con respecto a estos gurús de masas,  las críticas adversas de Ramakrishna y Vivekananda no podían ser más contundentes. Ramakrishna decía: «La profesión de gurú se parece a la de una prostituta. Es la venta de uno mismo por bagatelas tales como dinero, honor y comodidades materiales». Pero lo verdaderamente llamativo de estos gurús de masas, a los que tanta gente, por su minoría de edad emocional, les rinden pleitesía e incluso obediencia ciega y abyecta, es que predican desapego y están sumamente apegados a todo, predican humildad y tienen un ego-rascacielos, pedican accesibilidad y son por completo inaccesibles, predican compasión y son adustos y fríos, predican vegetarianismo y degustan pizzas de jamón y carne, predican abstinencia sexual o brahmacharya y ellos no la siguen en absoluto, y así sucesivamente, haciendo buena la afirmación de «yo predico, pero no practico». Detrás de estos gurús de masas hay todo un bien montado y orquestado marketing. 

El gurú es propuesto como Dios y lo demás se encarga de hacerlo la inmadurez emocional y espiritual de sus seguidores,  sus carencias y agujeros psíquicos y su necesidad de creer en otro porque no creen en si mismos ni realmente en la Enseñanza que, como siempre dijo Buda, es el verdadero maestro. Este es el problema grave de desplazar a Dios por un gurú que no es realmente tal, pues gurú quiere decir el que ayuda a disipar la oscuridad de la mente y no a crear dependencias patológicas, robarle la libertad al discípulo y convertirlo en un discapacitado psiquico. 

Como me decía en persona el catedrático de tantra Pío Filipani Ronconi, muchos de esos discípulos están ciegos y han nacido libres para morir esclavos. Te sacan de tu carcel para meterte en la suya y para eso uno esta mejor en la propia. O también me decía el profesor Filippani Ronconi, dejan su tradición religiosa no para ser más libres sino para meterse en otra que les es totalmente ajena y les sigue encadenando.  Por eso la grandeza del yoga y su capacidad sorprendente para propagarse -lo hablaba con él- es que es un método aseptico de transformación, no dependiente de ningún culto o sistema religioso. Y lo que verdadermente cuenta en el yoga es la experiencia personal y no las creencias. 

El verdadero gurú nunca exige que le rindan pleitesía o le adoren como a un dios. No se aprovecha de la orfandad psíquica del discípulo ni de su famélica vida interior. El verdadero guru es el que te convierte a ti en gurú. No necesita autoproclamarse, como no lo necesita el sol naciente cada mañana. y solo los mediocres eligen acólitos para que cantes sus alabanzas a los cuatro vientos. Estos gurús se lanzan a promocionarse por todo el mundo con fastos y oropeles, alardeando y envaneciéndose, entre músicas sacras y el aroma de los inciensos, fundando organizaciones putrescibles y que se maquillan como no lucrativas. ¡Como no lucrativas! 

Estos gurús de masas son expertos en embaucar, manipular y, si llega el caso, en efectuar hábiles trucos de prestidigitacion con los que impactar y epatar a sus ingenuos discípulos. Como dijo Erich Fromm: «Inocente si, pero ingenuo nó«. Pero explotan el anhelo de paz interior de los discípulos que no quieren ver más allá de la punta de su nariz. El verdadero maestro apoya el sentido crítico del discípulo y le exhorta a la duda razonable y a la experiencia personal. Más vale alejarse, y cuanto antes mejor, de esos gurús  solemnes y engolados, dogmáticos e incluso sectarios, que gustan de ser adorados. Personalmente nunca rendiré, ni he rendido jamás, pleitesia a ese tipo de gurús, pero en cambio beso las polvorientas sandalias de los sadhus errantes, de los auténticos renunciantes que no necesitan ponerse sobrenombres exóticos ni perderse en una jerga de palabras védicas ni atolondrar a sus seguidores con promesas de poder adquirir altos conocimientos iniciáticos que luego no son tales. 

El verdadero gurú no persigue discípulos ni se somete a un sofisticado marketing para  compulsivamente coleccionarlos. Como me decía Babaji Sibananda de Benarés: «¿Acaso la flor necesita perseguir a la abeja?«. 

El más auténtico y fiable maestro reside dentro de uno. El verdadero gurú te proporicona los medios para poder llegar al gurú interior.  Si tantas ansias tienen de un gurú, házte tu mismo un  gurú para ti. . La lámpara a encender está dentro de uno. . 

Me contaba una persona de toda confianza que en una ocasión Krishnamurti dijo: «Si supiera que en algun sítio estaba Buda, por muy lejano que fuera, correría a sentarme a sus pies«. Yo también. Me he sentado a los pies de muchos yoguis, mentores, sadhus y eremitas, pero desconfío sistemáticamente de los gurús de masas con su impúdico marketing y sus falsas promesas, sus cambalaches y sus argucias perfectamente diseñadas.  Igualmente pongo bajo sospecha todos los masivamente frecuentados ahsrams de moda. 

Ningún gurú puede hacer el trabajo interior por nosotros mismos. El diamante de la sabiduría está dentro de uno y uno mismo tiene que pulirlo. Muktananda insistía: «Hay que poner a prueba al gurú«. 

Buen consejo. Otro sería: Utiliza tu discernimiento y no construyas íconos y mitos. Si sabemos ver, el guru se constela en todo y en todas partes. Lo que nos ayuda a evolucionar, humanizarnos y ser más lúcidos y compasivos, es un gurú. Y, por supuesto, esas enseñanzas y métodos de transformación y autorrealización que nos  ayudan a seguir avanzando en el viaje hacia los adentros.

Ramiro Calle
www.ramirocalle.com

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