¿Sabemos cómo funciona nuestro cuerpo? ¿Conocemos quién maneja este maravilloso laboratorio?
Nuestro cuerpo es una máquina muy compleja que se desplaza en el espacio/tiempo y además en otras dimensiones como los sueños, la mente, el espíritu, etc. Y además posee un mecanismo perfecto de adaptación.
Y si es tan perfecto, ¿por qué enferma?
Hipócrates que “la enfermedad no existe, existe el enfermo.”
Einstein: “la enfermedad es el grito de tu cuerpo para que tú te cures”.
¿Qué sabemos de la enfermedad?
La ciencia nos expone una serie de conclusiones con respecto a las enfermedades que, en unos casos, resultan efectivas y en otros no.
Todos sabemos, más o menos, cómo funciona un automóvil. Consta de un chasis, carrocería, parte eléctrica, mandos, etc. y últimamente un “ordenador” que controla casi todas las funciones de este.
Pero todo esto es una materia inerte que por sí misma, no puede moverse. No tiene voluntad ni intención. Necesita de un conductor.
Al igual que el coche, nuestro cuerpo, tiene una parte ósea que lo sustenta, músculos, piel, y la parte eléctrica que parte de distintos centros de mando, principalmente del cerebro, y que circula por los nervios y por los meridianos de acupuntura, desde las distintas glándulas (hipófisis, tiroides, suprarrenales, gónadas, páncreas…). También necesita combustible que circula por las arterias y por las venas.
Se mueve por medio de impulsos que son reacciones a distintos estímulos recibidos del exterior (entorno) o del interior (pensamientos, emociones, subconsciente…).
¿Y dónde está el conductor?
Investigadores como Bruce Lipton, Gregg Braden, y muchos otros, han descubierto que, además del ADN, traemos incorporada una parte muy importante que es la EPIGENÉTICA y aquí está la clave para muchas explicaciones.
Gregg Braden: “El cuerpo es el reflejo de algo no físico”.
Nuestro cuerpo reacciona a distintos estímulos como frío, calor, sonidos, colores, etc. Pero también a pensamientos y emociones; de tal forma que podemos someter a cualquier individuo a uno de estos estímulos y obtener una reacción diferente.
Esto se debe, sobre todo, a la información guardada en el SISTEMA LÍMBICO. En éste guardamos los programas reactivos de acción inmediata, que mantienen al sistema en un estado de alerta constante.
Esta información es almacenada en el sistema en forma de Bytes, como en un ordenador, y puede estar en cualquier parte del cuerpo.
Cuantos más programas tengamos activos más ESTRES tenemos. El estado de alerta más intenso es la vibración del miedo.
El estrés es necesario para la supervivencia, pero, excesivo y mantenido en el tiempo, puede generar enfermedad.
Necesitamos una herramienta capaz de detectar, una vez generado el estímulo, el punto reactivo desde donde el cuerpo reacciona para poder neutralizarlo.
TODO ES VIBRACIÓN, SOMOS VIBRACIÓN. Si sometemos a un individuo a una frecuencia determinada, éste reaccionará desde la parte más débil o más saturada.
Con Kinesiología Aplicada podemos detectar estas reacciones por medio de pruebas musculares. Por ejemplo, si tenemos exceso de calor en meridiano de hígado, el músculo correspondiente nos lo indicará, con lo que tenemos una referencia de lo que llamamos en Medicina Biológica “Calor Hepático”.
Podemos testar cada uno de los colores básicos y ver qué respuesta nos da:
Rojo (Fuego); Corazón, Intestino Delgado, Maestro Corazón y Triple recalentador.
Amarillo (Tierra); Estómago, Bazo y Páncreas
Azul (Metal); Pulmón e intestino grueso.
Violeta (Agua): Riñón y Vejiga.
Verde (Madera); Hígado y Vesícula Biliar.
La forma de solucionar estos conflictos, sobre todo, es la toma de conciencia. Y ahí podemos llegar por medio de la Kinesiología Aplicada que nos informará si el problema está en el estructural, en el químico, en el emocional, en el eléctrico o en el espiritual. Y de esta forma aplicar la terapia más idónea.
Manuel J. Alvarez Rodríguez
Titulado superior en Naturopatía
Profesor de Kinesiología Aplicada Director del Centro y Escuela de Terapias Casi Natural en Madrid
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Cofenat nº 3105