El Universo está vivo, no solo biológicamente, si no en conciencia, el cosmos transmite nuestro amor y odio, emociones, que como has podido ver se pueden encerrar en un frasco con agua y arroz. Y lo mejor de todo es que somos estrellas, venimos de ellas, y nuestra mente genera información que afecta a la energía y ésta a su vez a la materia, como dice la teoría de la ciencia sobre nuestros orígenes. Tan solo queda ponerlo a prueba, y puedo decirte que funciona… ¡y vaya si funciona!.
No todo lo que la ciencia puede demostrar existe, ni todo lo que existe la ciencia puede demostrarlo – Albert Einstein –
Y es que todo lo que nos rodea es asombroso, algo que va mas allá de lo que imaginamos, y según sigamos descubriendo más nos iremos fascinando, como lo que llamó Albert Einstein «La acción fantasma», algo que desarrolló el prestigioso científico John Bell, cuando al separar 100 Kilómetros dos partículas que estaban unidas y estimular una de ellas dio como resultado que se repitiera instantáneamente la misma acción en la otra partícula, que estaba a gran distancia, manipulando la materia «sin contacto directo», El físico Lucien Hardy realizó el mismo experimento pero estimulando mentalmente las partículas. Incluso la Universidad de Glasgow ha conseguido fotografiar este hecho con fotones o partículas de luz, solo cabe decir que esto sigue sin poder explicarse, y es que todavía nos queda todo un Universo por descubrir.
No solo afectamos a la materia externamente, sino que también al ADN de nuestro cuerpo, lo que es un beneficio para nuestras vidas. Pongo por ejemplo al prestigioso Doctor Bruce Lipton y la disciplina médica de la epigenética, que ha demostrado que la mente afecta al ADN diariamente, y que los pensamientos definen el comportamiento de los genes, corroborando que la gente más optimista y positiva obtenía unos resultados más saludables y comprobando también cómo el pensamiento modifica la manera de actuar de las células.
El Doctor Lipton también demostró que al cambiar la percepción de la realidad la mente podía alterar la actividad de los genes, ¡creando más de 30.000 variaciones de productos por cada gen al día!. Estos estudios llegaban a la conclusión de que podemos cambiar nuestro ADN a voluntad reprogramando nuestro subconsciente.
También se puede afectar al ADN a distancia, a través del propio bioelectromagnetismo del cuerpo o de catalizadores como el agua, como demostró el Premio Nobel de Medicina Luc Montaigner.
La Premio Nobel de Medicina y descubridora de la telomerasa Elizabeth Blackburn, la Doctora en Psiquiatría Elissa Epel (Profesora en el Departamento de Psiquiatría de la Universodad de California, en San Francisco), el Doctor Firdaus Dhabhar (Profesor de Psiquiatría en la Universidad de Stanford), y el Doctor Richar M. Cawthon (Profesor de la Universidad de Utah y experto en Genética Humana), demostraron que los telómeros crecían con la práctica de la meditación, y esto se producía más en personas que generaban buenas emociones, en cambio en personas con estrés causaba un envejecimiento prematuro.
Además la propia Doctora Elizabeth Blackburn demostró con sus estudios que con meditar doce minutos al día era suficiente para evitar el acortamiento de los telómeros (responsables del envejecimiento) y conseguir que estos crezcan, ya que a través de la meditación y la calma el ADN genera telomerasa, una encima que reconstruye los telómeros, provocando el rejuvenecimiento. Del mismo modo ella confirmó con sus experimentos que el estrés y malas emociones acortan prematuramente estos telómeros.
La doctora Blackburn afirma que con una pequeña micromeditación diaria es suficiente, así que no hace falta ser un gran maestro o irse 30 años a una cueva a meditar para mantenerse joven, lo que buscamos ya está en nuestro interior. Cuando hace diez años dije en una entrevista que la meditación rejuvenecía y que quitaba las canas casi me queman en la hoguera, pero era porque lo estaba experimentando cada día, ahora tengo conmigo el aval de una Premio Nobel.
El grupo de investigaciones científicas dirigidas por el biofísico y biólogo Piotr Garjajev, demostró como el ADN puede ser reprogramado por palabras y frecuencias.
William James and Vilas, Profesor de Psicología y Psiquiatría de la Universidad de Wisconsin-Madison (Estados Unidos), hizo estudios que asociaban la meditación, el estado de calma y bienestar a una alteración rápida y positiva en los genes.
Un estudio publicado en la revista «Psychoneuroendocriology» por la Doctora Perla Kaliman demostraba sin ningún lugar a dudas como la mente afectaba a nuestro ADN.
Jon Kabat-Zinn, biólogo molecular, investigador y Catedrático de Medicina en la Universidad de Massachusetts, afirma que la meditación o atención plena de los pensamientos ayuda a los pacientes a controlar el dolor crónico, la depresión, el pánico, las fobias y la ansiedad, ayudando también a paliar los efectos del cáncer y enfermedades del corazón. Ha documentado los cambios y evolución en más de 20.000 pacientes que han seguido su programa. Además certificó la relación de los pensamientos con enfermedades en los genes que tienen que ver con procesos inflamatorios y por tanto con el cáncer, comprobando además que la densidad y el tamaño del cerebro, que se encoge con los años, deja de hacerlo si meditas o practicas la atención plena.
Viendo las pruebas que la ciencia va aportando día a día como las que he compartido contigo es muy probable que el Universo, Dios… el Todo sea mente, conciencia, algo tan grande que no podemos abarcar en las limitadas mentes humanas llenas por prejuicios, pero que se puede sentir con el ilimitado corazón humano libre de toda perversión.
Así que párate, respira, visualiza con tu mente, siente con tu corazón y podrás ser testigo de la divinidad que yace en ti, de todo el poder ilimitado que nace de la voluntad, de la Fe en tu propia persona, experimenta cada átomo de tu ser cómo vibra con el Universo. Ya no solo se ha demostrado que la mente afecta al ADN para rejuvenecer como dicen los últimos descubrimientos científicos, sino que además se puede demostrar que también afecta a nuestra realidad y a nuestras vidas de forma visible, palpable y real.
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Eduardo Lurueña