Despertar al Amor

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Para Despertar primero tenemos que reconocer y realizar el amor que ya Somos, experimentándonos como una unidad, para ello primero vamos a darnos cuenta de cómo todos los seres humanos, sin importar la raza o credo, deseamos Ser felices y tener paz interior, aunque muchas veces, por condicionamientos familiares o sociales, unido a creencias limitantes, se busca por caminos que pueden llevarnos en sentido contrario. Deseamos amar y que nos amen y a la vez podemos observar que no sabemos pedirlo, tampoco somos diestros en darlo, ya que tantas veces ese dar está condicionado por nuestras carencias emocionales y mucho menos sabemos darnos cuenta cuando nos lo están pidiendo. Por supuesto éstas son experiencias que cada uno las vive de una forma muy particular.

Aprender a amarnos es aceptarnos tal como somos. Es desarrollar y potenciar las capacidades que se traen a este mundo con la intención de expandirnos, mientras nos experimentamos de diferentes formas, así como de niveles, teniendo siempre la oportunidad de elegir de nuevo una y otra vez, hasta darnos cuenta de qué forma o manera deseamos hacer este viaje llamado vida. Tenemos siempre la oportunidad de tomar nuevas decisiones en la escalera de ascensión, bien si deseamos hacer el viaje con amor y conciencia o con dolor y sufrimiento.

Una de las disfunciones más generalizadas es la búsqueda de la aprobación y el amor de los demás, ya que cuando fuimos niños, la desaprobación parental nos ha marcado de una manera más leve o más profunda, depende de la propia desaprobación que nuestros padres se tuviesen así mismos. Estos son programas que se heredan a través de la experiencia repetida. Es esta la razón por la cual el niño interior puede encontrarse bloqueado pidiendo amor y aprobación. Pedimos a gritos que nos quieran y nos acepten cuando nosotros mismos no nos hemos tomado la molestia de hacerlo.

La experiencia nos demuestra que, si uno no aprende a quererse, difícilmente los demás podrán hacerlo por nosotros, y menos teniendo en cuenta que la otra persona entra en la relación afectiva con nuestros mismos objetivos, el de ser aceptados y recibir ayuda de la persona elegida, teniendo el deseo profundo de caminar de la mano, progresando en forma conjunta en un entorno de confianza, amor y respeto.

El primer paso para aprender a amarnos es asumir la responsabilidad de lo que se percibe y se siente, dejando así de culpar a los demás del conflicto interior no resuelto, de esta manera ya no dejaríamos en manos de los demás nuestra propia felicidad. Cuantas veces sentimos que: “Si todo está bien, estoy bien y si todo está mal estoy mal”, es hora de dejar esta actitud infantil que no nos lleva a ninguna parte y nos hace sentirnos vulnerables.

Hay personas que deciden comenzar a amarse cada día a través de conductas y formas de ser más autónomas y menos dependientes de los demás, logrando perdonarse y aprender de los errores como también a pasar por alto el error de los demás o por lo menos no darle tanta importancia a los dramas e historias que nos montamos en la mente. Más bien es comenzar a poner más atención a lo más productivo de cada experiencia de nuestras vidas y dejar de condicionar nuestra felicidad porque las cosas, la vida y los demás no son como queremos que sean y nosotros mismos no somos como queremos ser. Es hora de que aprendamos a aceptarnos y aceptar a los demás como cada quién es y como cada situación es. Es la total integración interior de lo que es y cómo es. Esto nos da una libertad impresionante, dejamos de sufrir porque todo no es como queremos que sea. Desde este lugar se puede aprender a ser feliz, y amar a las personas que tenemos a nuestro alrededor, en especial a la familia desde el respeto y la consideración. A esta comprensión y realización le llamo:

Un Viaje hacia la Mirada Inocente en donde vamos limpiando las capas que nosotros mismos hemos puesto sobre nuestro Ser interior. Para este proceso de sanación y liberación se requiere de una dosis de valentía, constancia, persistencia, paciencia, deseo, humildad y ganas de perdonar o de querer ver las cosas de otra manera y para esto es preferible pedir ayuda a nuestra Fuente Divina o Conciencia Superior y también le podemos llamar Espíritu Santo en nosotros, ya que a veces es cuesta arriba hacerlo por nuestra cuenta. Es acudir a la parte de nuestra mente que está conectada a la Fuente del Amor. La recompensa es la libertad del aprisionamiento de la cárcel de la duda, la incertidumbre, la culpa, el resentimiento, el abandono y el valle de lágrimas.

El camino del perdón es llegar a mirar y mirarnos de una forma más benévola, es llegar a experimentarnos como el amor que ya somos. Desde este lugar seguimos en la experiencia de esta aventura de vida con una actitud de entusiasmo y amor hacia nosotros mismos y las personas que nos rodean.

El juicio, el sentirnos ofendidos o el atacar para defendernos ya no es nuestra bandera, porque hemos reconocido nuestra belleza interior y no necesitamos de la aprobación de los demás. Ahora nuestras relaciones llegan a ser plenas.

Se habla del Despertar o la iluminación y de estar en el ahora, pero cómo se puede hacer si no podemos controlar a la mente dispersa y condicionada por el pasado, teniendo miedo del futuro, sintiendo odio por nosotros mismos y por el mundo que nos rodea. Se requiere que tengamos un entrenamiento mental, limpieza emocional como también del conjunto de creencias que nos pueden limitar y estar alerta a los pensamientos cuidando que la mente no divague.

Transitemos el camino centrándonos en limpiar el obstáculo que impide la expresión del amor que ya Somos.

Comencemos por amarnos y, con certeza, sabremos que ya lo hacemos cuando seamos capaces de amar y aceptar a los demás tal como son.

Con todo mi amor

Dinorah Cisneros
www.milagrosenaccion.com
Facebook: Escuela del Renacer Transpersonal.

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