El estanque acuoso
La salud no es un estado ideal de bienestar permanente. La salud tiene mucho más que ver con equilibrio. Nuestro organismo es comparable a un estanque, lago, o laguna en plena naturaleza. Un ecosistema en el que conviven multitud de seres vivos que, en estado ideal de equilibrio, lo hacen en perfecto simbiosis: todos son necesarios, y todos se desarrollan beneficiándose al tiempo que benefician al conjunto. En el estanque hay peces, pequeños mamíferos, aves de paso, anfibios, reptiles, insectos y larvas, crustáceos, moluscos, vegetales, algas.
El estanque acuoso
La salud no es un estado ideal de bienestar permanente. La salud tiene mucho más que ver con equilibrio. Nuestro organismo es comparable a un estanque, lago, o laguna en plena naturaleza. Un ecosistema en el que conviven multitud de seres vivos que, en estado ideal de equilibrio, lo hacen en perfecto simbiosis: todos son necesarios, y todos se desarrollan beneficiándose al tiempo que benefician al conjunto. En el estanque hay peces, pequeños mamíferos, aves de paso, anfibios, reptiles, insectos y larvas, crustáceos, moluscos, vegetales, algas.
En el organismo humano también conviven insectos en progreso de su ciclo vital, hongos, protozoos, bacterias, virus, y multitud de microorganismos que, en estado de equilibrio, cooperan con el conjunto favoreciendo procesos enzimáticos, fermentaciones necesarias, mecanismos de asimilación, de depuración y de eliminación de escorias y residuos. Algunos investigadores han estimado que el número de estos “habitantes” multiplica por diez al de las células. Son billones y se encuentran a lo largo de toda nuestra anatomía, pero sólo se manifiestan sus inconvenientes si se producen alteraciones de su ambiente, o se desplazan a zonas inadecuadas en las que no les corresponde estar.
El aprovechamiento colectivo en las circunstancias necesarias, permite el establecimiento selectivo de los equilibrios mutuos que, en los seres humanos, dan lugar a los estados de «salud práctica», que se puede perder coyunturalmente, incluso total y definitivamente.
Intrabiología e interacción con el exterior
Si nuestro organismo se constituye como un estanque acuoso y con nosotros conviven billones de microorganismos, en su interior se desarrolla: una intrabiología simbiótica, de microorganismos independientes; una intrabiología transmitida, de microorganismos momificados resistentes; una intrabiología bacteriana; y una intrabiología parasitaria, de agresores adaptados.
Como parte integrante del medio existimos sometidos a incidencias físicas de muy diversa índole (caídas, accidentes, agresiones), incidencias químicas (contaminación ambiental, venenos, intoxicaciones, alimentarias), incidencias energéticas (radiaciones, exposición al frio o calor excesivos) e incidencias interconecticas (con otros seres: superiores, insectos, bacterias, etc.). En muchos casos son controlables y podemos evitarlas o neutralizarlas si nos conducimos con inteligencia y sensatez, bastando la adopción de medidas comunes: higiene física y psíquica, vestimenta adecuada, o una dieta equilibrada con el aporte de nutrientes necesarios. Estas y otras nos ayudan a prevenir, mantener y recuperar un estado de equilibrio general orgánico.
Pero también podemos vernos sometidos a múltiples factores que escapan a nuestro control, de manera parcial o total. Hasta cierto punto, poniendo en práctica ciertas cautelas y sentido común, podemos controlar nuestra exposición a los microorganismos, ambiente, venenos y tóxicos conocidos. El accidente y la fatalidad resultan con frecuencia inevitables, como las exposiciones a elementos y substancias que desconocemos o tienen objetivamente un riesgo bajo; nos puede morder un animal o picar un insecto portador de una grave infección; tropezarnos y caernos, ser alcanzados por un rayo, o sufrir un accidente grave en cualquiera de nuestras actividades cotidianas. En tales casos sólo podremos, y no siempre, tomar medidas orientadas a mitigar en lo posible los efectos producidos.
Equilibrios y funciones orgánicas
El equilibrio general es resultado del correcto mantenimiento de los 8 equilibrios principales del organismo:
- Equilibrio simbiótico. Relativo a la compensación de la intrabiología.
- Equilibrio Bio-hereditario. Relativo a las estructuras y residuales inertes activables.
- Equilibrio Intrabacteriano. Relativo a la contención bacteriana en focos primarios.
- Equilibrio Intraparasitario. Relativo a la adaptación protozoaria.
- Equilibrio Programático. Relativo al equilibrio de la evolución celular, conexión hormonoglandular.
- Equilibrio Químico. Relativo a la absorción y eliminación de residuales.
- Equilibrio Energético Medioambiental. Relativo a la toxicidad debida tanto a reacciones químicas internas como a la provocada desde el ambiente exterior de origen, por ejemplo, alimenticio o medicamentoso.
- Equilibrio Reactivo. Relativo a la inmunidad y transporte inmunitario.
Los factores desequilibradores pueden determinar alteraciones en una o más de las siguientes funciones básicas del organismo:
1ª Funciones de asimilación, reasimilación y eliminación. Se realizan por el conjunto de sistemas, aparatos, órganos, tejidos y secreciones que, en todo o en parte, de forma directa o cooperativa, se encargan del aprovechamiento de las sustancias ingeridas, de la recuperación de residuos y de la evacuación de los desechos inútiles.
2ª Funciones de transporte y defensa. Se realizan por el conjunto de sistemas, aparatos, órganos, tejidos y secreciones que, en todo o en parte, de forma directa o cooperativa, se encargan de facilitar las comunicaciones de fluidos en el conjunto orgánico de líquidos que constituyen el estanque acuoso contenido en la estructura orgánica.
3ª Funciones de drenaje y englobamiento. Se realizan por el conjunto de sistemas, aparatos, órganos, tejidos y secreciones que, en todo o en parte, de forma directa o cooperativa, se encargan de realizar la limpieza interna y aislar los focos en que tal limpieza no resulta posible, por el tiempo preciso; así trabajan los sistemas linfático e inmunológico.
4ª Funciones de reactividad bioquímica con el exterior. Se realizan por el conjunto de sistemas, aparatos, órganos, tejidos y secreciones que, en todo o en parte, de forma directa o cooperativa, se encargan de establecer una relación de interconexiones con el medio ambiente, tanto gaseosos y energéticos como de cualquier otra índole.
5ª Funciones de soporte y movilidad. Se realizan por el conjunto de sistemas, aparatos, órganos, tejidos y secreciones que, en todo o en parte, de forma directa o cooperativa, se encargan de sostener el conjunto orgánico, su armazón, sus articulaciones y la realización de sus movimientos voluntarios e involuntarios y sus desplazamientos.
6ª Funciones de relación y coordinación. Se realizan por el conjunto de sistemas, aparatos, órganos, tejidos y secreciones que, en todo o en parte, de forma directa o cooperativa, se encargan de mantener la sensibilidad del organismo, su orientación y la relación con el exterior, tanto sensorial como extrasensorial, emisora y receptora.
7ª Funciones de equilibrio compositivo y reproducción. Se realizan por el conjunto de sistemas, aparatos, órganos, tejidos y secreciones que, en todo o en parte, de forma directa o cooperativa, se encargan de mantener el equilibrio programático conformativo y compositivo, la regeneración celular, la perceptibilidad y la continuidad de la especie.
8ª Funciones de infraestructura y compartimentación. Se realizan por el conjunto de sistemas, aparatos, órganos, tejidos y secreciones que, en todo o en parte, de forma directa o cooperativa, se encargan de establecer separaciones epiteliales entre los componentes orgánicos como aislantes, absorbentes, retentivos y emisores de protectores y reactivos vitales.
Para ayudar a mantener el equilibrio o a la recuperación del organismo, es necesario tener conocimiento de su situación física y psíquica con datos objetivos de su estado, valorables desde la observación interna, así como de los factores extrínsecos que le afecten.
Una buena prevención cuidando la alimentación – siempre fundamental – y un estilo de vida ordenado y saludable, son muy importantes para el mantenimiento adecuado de los equilibrios y el buen funcionamiento del organismo.
No obstante, ocasionalmente, podemos encontrarnos ante una situación de urgencia vital, en la que resultan improrrogables intervenciones más locales, e incluso invasivas.
Pero superada tal situación, con origen en la pérdida de uno o más equilibrios, todas las medidas deberán encaminarse – cualquiera que sea el estilo terapéutico usado – a eliminar las causas que la provocaron, y a favorecer el correcto desempeño de las funciones orgánicas que quedaron alteradas. Pues limitarse a tratar los síntomas, simples efectos, a menudo remotos de la alteración en curso, no sólo puede contribuir al retraso de las acciones apropiadas sobre su origen real, manteniéndola o agravándola con añadida toxicidad, sino también a obstaculizar las reacciones orgánicas destinadas a encontrar un nuevo punto de equilibrio.
Por ello, la labor principal del terapeuta consiste contrarrestar carencias, apoyando los recursos de autocuración del organismo, orientándolos en la recuperación y mantenimiento adecuado de sus funciones sin perder nunca la perspectiva de la universalidad orgánica en su tripe dimensión espiritual, psicológica y física.
Carlos M. Prada
Eco Natura Integral
carlos@econaturaintegral.es
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