De la Consciencia del Yo a la Consciencia de Unidad

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En la primera infancia se pierde la conexión con nuestra Esencia pues empieza a emerger la consciencia del “Sí mismo” y a desarrollarse el sentimiento de separación que es la raíz de todo sufrimiento.

“Yo soy yo y tú eres otro y yo no tengo nada que ver contigo”, de esta manera se expresa en el mundo la consciencia divisoria que se centra en el YO.

Desde esa percepción, el individuo está permanentemente dando vuelta en torno al “sí mismo”, a realizar toda acción, principalmente, para su beneficio y cuando en las relaciones y en la vida misma, los resultados no son los deseados, el individuo entra en conflicto y surgen los miedos, las culpas, las resistencias, los juicios y la falta de empatía con los otros y finalmente consigo mismo.

Cuando nos sentimos amenazados y vivimos en guardia, defendiéndonos, se activa nuestro cerebro más primitivo que sirve para casos en que tenemos que huir o luchar. La percepción que tenemos desde la Consciencia del YO nos lleva a protegernos (individual y socialmente), creemos que vamos a perder algo y esto es lo que nuestro Ego nos dice continuamente. Inconscientemente le hacemos caso y nos vemos envueltos en circunstancias que nos llevan a sufrir una y otra vez.

Tenemos 3 cerebros que se desarrollaron en distintas etapas evolutivas del Ser Humano. Ya hemos mencionado el cerebro primitivo; los otros dos son el cerebro límbico y el cerebro pre-frontal. El cerebro límbico está vinculado con las emociones y en el pre-frontal es el que procesa el pensamiento.

Los estímulos que recibimos del mundo externo serán percibidos según qué parte de tu cerebro se active. Si los percibes desde el límbico te verás, probablemente, envuelto de nuevo en conflicto, pero si lo haces desde el área pre-frontal, con frecuencia te preguntarás si al estímulo recibido le puedes dar una respuesta positiva que te haga feliz.

Pongamos un ejemplo cotidiano: Vas a la oficina y en la mañana te das cuenta de que un compañero te ha jugado una mala pasada y piensas: “qué hijo de puta”. Estás con este pensamiento aferrado a tu Ego y has actuado automáticamente (reaccionado) desde el cerebro límbico.

Si te hubieses detenido un instante, ese estímulo hubiese tenido tiempo de llegar al área pre-frontal. La actividad desde aquí te dice que pares un momento, pues quizás no has entendido el estímulo, y entonces se produce un discernimiento, se produce un proceso de consciencia y eres capaz de gestionar la emoción; esto se traduce como un proceso de transformación. Dejas de reaccionar y empiezas a responder. En vez de quedarte en la incomodidad y en la ira, aprovechas la oportunidad de resolver el conflicto creado.

Todos hemos experimentado momentos de alegría, empatía, agradecimiento, reconocimiento, plenitud, entre otros sentimientos, que nos han hecho sentir expandidos. Cierra los ojos y recuerda un momento así. ¿Cómo se siente tu cuerpo, qué sentimientos emergen en ti con sólo recordar momentos así?

Cuando experimentas la empatía con todo lo que existe, con tu entorno, las personas, los animales, las plantas, el sol, la tierra: todo; empiezas a vivir en un estado de felicidad que incluso puede llegar a sorprender. Este es el Estado de Unidad, vives desde la Consciencia de la Unidad.

El Ego se había encargado de que sintieras la ilusión del “sí mismo”, y así habías perdido el Amor (sólo pensabas en ti), entendiendo esta palabra como sentimiento de Unidad con todos y con todo, no como dependencia emocional.

Esa transformación que se ha mencionado nos lleva a empezar a vivir desde la zona en la que se SIENTE ese amor, esa empatía, que es el Corazón para dejar de reaccionar automáticamente, propuesta que nos da la mente-cerebro.

La conexión cerebro-corazón ha de darse a través de los sentimientos que nos llevan a Unir y ya no a separar; reconocer que lo que tú sientes y experimentas también lo hace el otro. Cuando esto lo aplicas en tu vida diaria, comenzarás a vivir en un estado de alegría y felicidad.

Según la ley de la atracción, atraerás a tu vida lo que tú corazón desee a través de lo que se ha llamado “coincidencias”, “casualidades”, “buena suerte” y que no son más que “sincronicidades”.

Más información: www.fuenteysincronicidades.com

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