Últimamente, cada vez que me pongo a buscar maneras de llegar a determinadas metas y me centro en esa búsqueda más que en vivir el hoy, la vida me para y me habla:
– ¿Qué haces? – me dice – Te pierdes en el mañana y el hoy quiere vivirte.
En ese momento me paro y pongo mi atención en centrarme en el momento presente tal cual es, sin esperar nada, sin juicios, sólo observando la realidad que la vida me regala, sea como sea, y eligiendo vivirla para descubrir qué me trae. Me centro en mí, en mi sentir, en saborear cada segundo, en estar.
Y de pronto, cuando no busco, cuando sólo vivo lo que a día de hoy es, por arte de magia llegan soluciones a los retos (soluciones que brotan de la nada), por arte de magia se abren los caminos que ya no busco, por arte de magia surgen nuevas oportunidades que nunca hubiera imaginado que pudieran existir para mí…
Entonces me quedo unos días con la boca abierta preguntándome: ¿y si la vida sólo consiste en vivirla? Y con más impulso me dedico simplemente a VIVIR. En ese estado aprendo cosas nuevas cada día, y la vida no deja de sorprenderme. A cada paso descubro que el camino es pura magia.
Pero, al mismo tiempo, me doy cuenta de que también es necesario ordenar, desbloquear y liberar para estar en resonancia con todo lo que la vida tenga para mí. Tan importante es honrar la vida y vivirla, como trabajar todo aquello que impide que el camino fluya en determinadas áreas.
Es ahí donde entran en juego las Constelaciones Familiares, herramienta que me ha permitido avanzar y mejorar personal y profesionalmente en esa sintonía con la vida.
Conocí las Constelaciones casi al comienzo de mi camino de crecimiento personal, cuando aún tenía mucho trabajo por hacer para salir del hoyo profundo en el que me encontraba.
Hoy, gracias al trabajo que he ido haciendo con esta herramienta, he podido abrir caminos avanzando en bienestar hacia donde la vida me va llevando en cada momento, sin pretender nada, simplemente fluyendo y abriéndome a que todas las posibilidades puedan darse, en sintonía con la vida en mayúsculas y conmigo misma. He visto conmigo y con muchas otras personas cómo las Constelaciones Familiares pueden mejorar la vida cuando te abres a las tomas de consciencia que esta disciplina aporta en cada momento. Son una guía, un faro que ayuda a ver más allá.
Con las Constelaciones Familiares he aprendido:
- A decir “sí a la vida tal y como es”, sin juzgarla, tomando toda mi fuerza para aprender de ella y abrir los caminos que se me den.
- A estar cada vez más en mi lugar, respetando a los mayores, honrando su antigüedad, y dejando con cada uno lo que es de cada uno, sin cargar con aquello que no me corresponde, sin pretender colocarme por encima de nadie, sólo siendo yo y estando en mí.
- A verlo todo, aunque a veces duela. A no huir, sino a conectar con la realidad y con mi propia responsabilidad. En paz, incluyendo a todo y a todos.
- A integrar poco a poco la información que me ha ido llegando y que no conocía, necesaria para yo sanar y liberar partes de mí que necesitaban ser liberadas.
- A dejar atrás lo que ya no sirve. A veces consciente, a veces inconsciente.
- A estar en el adulto y tomar la responsabilidad de mi vida.
Las Constelaciones son una disciplina en evolución continua. Crezco a cada paso, y lo que comparto con todos también crece.
Agradecida a la vida por abrirme este sendero para seguir avanzando y dando lo mejor de mí. ¡GRACIAS!
Francisca Ruiz Ramírez
Consteladora, conferenciante, narradora de cuentos y lectora de Registros Akáshicos.
www.franciscaruizramirez.com
contacto@franciscaruizramirez.com
Tel. (+34) 690 37 39 14