La shunguita y la insospechada importancia del primer chakra

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El día en que me enteré de que Gurdjieff cobraba un dineral por la formación avanzada que impartía y que, por principio, se negaba a aceptar como discípul@s a personas que no tuvieran un cierto poder adquisitivo, me quedé desconcertada. Porque, a ver, ¿no se supone que l@s maestr@s espirituales son seres generos@s y compasiv@s que no tienen por costumbre juzgar a l@s demás por su mayor o menor poder adquisitivo? 

Y el asunto de Gurdjieff me dejó una sensación de cierta inquietud hasta que, pasado un tiempo, empecé a interesarme por cómo funcionan los chakras en el ser humano. Creo que entonces entendí un poco mejor su propósito y sus –en apariencia– restrictivas normas de admisión. Y ahora verán por qué…

Para quienes todavía no lo sepan y tengan algún interés por la cuestión, eso que hemos dado en llamar chakra(s) podría definirse como un vórtice energético o, más precisamente, como un doble vórtice horizontal que emite y recibe energía sutil. En las personas, un chakra mide 3,5 cm en su diámetro mayor y presenta un cono energético frontal –chakras anteriores– y un cono energético dorsal –chakras posteriores– unidos por los extremos como si se tratara de dos embudos que se conectaran por su parte más estrecha.

Cada uno de nuestros chakras selecciona y registra la información que corresponde a su vibración y responde a una necesidad humana.

Hay chakras principales y chakras secundarios. Los principales se encuentran a lo largo del eje del cuerpo, entre la zona del cóccix y la parte superior del cráneo. Y dependiendo de la escala por la que nos guiemos, pueden ordenarse en un grupo de 7 –siguiendo la tradición esotérica– o en un grupo de 12, con una clasificación más actual que incluye los chakras del escarlata al magenta.

El primer chakra es nuestra puerta sutil de acceso a la energía telúrica, a la fuerza de vida, al arraigo y a la materia. Es nuestro vínculo primario con la realidad física, la fuente de nuestra capacidad para procurarnos alimento, espacio y abundancia. Está directamente relacionado con la tierra, el trabajo, la familia, la seguridad, la sensualidad ¡y el dinero!

Y, retomando a Gurdjieff: ¿consideraba imprescindible que sus alumn@s de espiritualidad avanzada tuvieran un primer chakra armonioso y eficaz? Quizá sí.

Se dice que el primer chakra está bloqueado o poco activo cuando la persona siente que carece de algo vital y que cumple bien su función cuando se siente colmada en el plano de las necesidades primarias.

Y aunque tod@s lo tenemos más o menos abierto –de no ser así estaríamos muert@s–, en la mayoría de personas de cultura occidental presenta bloqueos severos debidos, entre otras causas, a que nuestro entorno es cada vez menos natural y más estresante.

Y siendo así, conviene saber que entre el gran abanico de recursos a los que podemos recurrir para desbloquear el primer chakra, hay dos esencialmente sencillos, útiles y prácticos: el agradecido arte de caminar y el mineral de carbono conocido como shunguita.

Cuando caminamos –preferentemente por la playa o por el bosque, lugares en los que el aire está ionizado–, además de activar la circulación sanguínea, cambiamos el modo en que respiramos, aportamos aire nuevo al organismo, favorecemos la sincronización de los dos hemisferios cerebrales y, sobre todo, reforzamos el contacto con la energía telúrica, ¡activamos el primer chakra!

Y en lo que respecta a la shunguita, un mineral que en Europa occidental se conoce desde hace poco más de una década, además de activar el primer chakra y densificar el campo vital, es antioxidante y desintoxicante y nos protege frente a la contaminación electromagnética.

Yo tengo la convicción de que se trata de un mineral que atesora la pulsión de vida. Cuando compramos las primeras muestras, uno de los primeros experimentos que hice fue el siguiente: corté dos rodajas lo más iguales posibles del centro de un plátano maduro y sin piel y las metí cada una en un vaso de cristal que cubrí con plástico de cocina. Y en uno de los vasos coloqué una pieza de shunguita negra de 20 gramos. Puse los vasos en el mismo lugar, pero separados por algo más de un metro de distancia con objeto de que el campo de acción de la shunguita no alcanzara al vaso con la rodaja a la que no le había puesto shunguita. Y al cabo de unos días, la rodaja que tenía al lado la shunguita se conservaba casi como el primer día ¡mientras que la otra ya tenía una buena capa de moho negro!

Y aunque mi modesto experimento doméstico no pretende ir más allá de lo anecdótico, convendrán conmigo en que resulta sorprendente.

En el prestigioso libro La shunguita – Energía de vida, publicado ya en seis idiomas, encontrarán estudios médicos, científicos y bioenergéticos en los que este mineral ha demostrado no tener parangón. Regina Martino, su autora, es una de las litoterapeutas más influyentes en el desarrollo y aplicación de las nuevas tendencias en terapias energéticas.

En Terra et sidera compartimos paseos conscientes por los bosques de la Sierra Oeste y hacemos presentaciones del mineral shunguita. No duden en enviarnos un correo si desean más información al respecto: info@terraetsidera.es. ¡Les va a encantar!

Bibliografía

Regina Martino, La shunguita, energía de vida
Christophe Allain, Diario de un despertar del tercer ojo
Stéphane Cardinaux, Geometrías sagradas

Teresa Olivares
Editora y responsable del proyecto Terra et sidera
www.terraetsidera.es

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