Enfrentemos los temores para llegar a la Luz

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Si queremos un mundo mejor, tenemos que empezar a cambiarlo. Si queremos un mundo de Luz, tenemos que enfrentar los temores.

Hay temor a lo desconocido, y a lo conocido también. Hay cosas que conocemos que no nos agradan, que no quisiéramos más, tememos que enfrentarlas y  nos ocasionan, tal vez, un dolor.  En cualquier caso siempre hay que tomar decisiones, si queremos crecer en conciencia, si entendemos que  tenemos que seguir avanzando porque  buscamos la Luz.

La Luz es el conocimiento, la Luz está presente en todas partes, pero no nos llega porque vivimos ignorando muchas cosas. Donde hay Luz las cosas se ven con más claridad.

Hay que comprender que mientras hagamos el esfuerzo por mantenernos en la Luz las cosas serán claras. Cuando busquemos ver en la oscuridad de nuestro egoísmo, eso nos confundirá y conducirá a caminos en donde las cosas no son claras, a caminos en donde la Luz no llega.

En la Humanidad ha estado siempre el temor a enfrentar la Luz, y la excusa es el temor a lo que mora en la oscuridad. Lo más peligroso que puede morar allí es justamente nuestro egoísmo. El tener que enfrentar la realidad de lo que somos es a lo que el hombre más teme.

Si pensamos tan sólo en nosotros, solemos hacer elecciones egoístas. Cuando pensamos en función de lo que a todos hará bien, estamos  eligiendo no sólo por nosotros, sino también por los demás.

Hay muchos temores que influyen a tomar decisiones.

El temor atrae problemas

Cuando un problema se presenta en la vida lo debemos atender con la intención de resolverlo, porque si no se lo resuelve, no se termina. Si lo evitamos, si miramos para otro lado, no desaparece porque no lo veamos. Si tenemos un problema y nos tomamos unos días en la montaña donde hacemos silencio, llegamos a sentirnos en comunión con Dios, pero cuando volvemos tenemos que retomar lo que dejamos.

El espíritu de todos crece a partir de saber tomar la enseñanza que el problema trae a nuestra vida. Hay personas que buscan problemas haciendo lo que no corresponde, tan sólo pensado en función de lo que van a obtener, sin que les interesen las consecuencias, ni como vayan a afectar a los demás, puede que alcancen lo que están buscando, pero ocasionan mucho daño. Más allá de lo que puedan llegar a obtener, están generando con su accionar una deuda con Dios, con la sociedad, con sus hermanos. Porque lo que se está haciendo no es pensando en los demás sino, desde el egoísmo, en lo que se quiere para sí. No se puede marchar en el sendero de la Luz pensando en estar cómodos. Cada paso es, de alguna manera, incierto en lo que nos espera. Lo que no es incierto y tiene que estar siempre en claro es cuál es nuestro objetivo.

Alcanzar la Luz

Si nuestro objetivo es alcanzar la Luz, hay que poner nuestra vista en ella y dirigirnos hacia ella.

En el camino encontraremos muchas cosas que no conocíamos y que tendremos que trascender y enfrentar, siempre con amor. “Quiero alcanzar la Luz porque quiero hacerme uno con ella, quiero que viva en mí, quiero ser parte de ella”. Eso tiene que ser ahora, en cada situación tenemos que poner luz, tenemos que poner amor.

No tiene lógica que la Humanidad busque un mundo de amor y no ponga amor en el presente en el que vive, es un sueño y una ilusión que nunca será realidad. Lo que nos falta es la voluntad de vivir nuestra vida a través del amor, y eso es un esfuerzo en este mundo.

Ser egoísta es fácil, es lo más común, y siendo así podemos llegar a encontrar muchas personas con quienes compartir ese egoísmo, que les gusta lo mismo que a nosotros, y que juntos haremos fuerza para dirigirnos a lo que queremos, para obtener, poseer, y manejarlo.

Tratemos de pensar la vida dándole siempre una oportunidad al amor poniendo la otra mejilla “setenta veces siete”, es decir todas las veces que sea necesario. En ningún momento debemos pensar que se debe dejar de dar una oportunidad al amor.

Cuando comprendemos la Verdad tenemos que hacer todos los esfuerzos posibles desde nuestro corazón por vivirla, por llevarla a la práctica, porque eso es encarnarla.

Al amor hay que encarnarlo, no es algo tan sólo de lo que vamos a hablar. Hay que hacerlo carne a través de los hechos, esto no sólo nos beneficia sino que también a través nuestro el amor se hace visible para otros.

El temor siempre nos advierte

Si nos ponemos en un lugar de posibles dificultades y peligros, el temor nos pone en atención para ver, en ese terreno que no conocemos, con qué cuidado tenemos que avanzar para evitar pasar por una situación que resulte traumática o peligrosa. Tenemos que enfrentar ese temor con fuerza, decisión, convicción y claridad de hacia dónde nos dirigimos, porque sino nunca lo superaremos.

Cada día la Humanidad despierta con nuevos temores. Antes temíamos lo que pasaba en casa, lo que podía suceder familiarmente, en el entorno de trabajo, en los lugares que frecuentábamos. Hoy estamos conectados con el mundo y nos invaden temores de muchas cosas. De hecho, en todas partes hay personas que hacen lo que no corresponde, pero sentimos temor por algo que ni siquiera tenemos que enfrentar, que no es una realidad propia, porque no nos toca pasar y vivir por esa situación. Lo cierto es que suceden muchas cosas que no deberían ser y que no quisiéramos. Nos cargamos temores que en realidad no es necesario que estemos llevando.

Para que todo eso cambie tenemos que comenzar a hacer lo que corresponde y lo que está a nuestro alcance. No podemos cambiar al mundo, no podemos cambiar a nadie, no importa el tiempo que se tenga para compartir con una persona, no la podemos  cambiar. Lo único que podemos cambiar es nuestra realidad, la realidad que hay en nuestro interior. Lo primero que vemos con claridad si buscamos sincerarnos, es lo que hay en nuestro interior.

Ser humildes no es vivir tan solo en la virtud, es comenzar a comprender lo que es la humildad a partir de asumir lo que somos y no lo que queremos ver de nosotros, sino todo lo que somos. Somos personas que podemos ser muy amorosas y buenas cuando nos conviene, y podemos ser muy egoístas también cuando nos conviene.

El amor tiene que llevarnos siempre adelante, más allá de la voluntad que tengamos. Debemos incorporar esto a nuestra vida, en nuestro presente.

El amor no es tan sólo tomar, sino que también es compartir lo que tengo.

DANIEL FERMINADES
www.impulsodeunanuevavida.org

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