El valor del silencio

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Es muy importante hacer silencio y atender amorosamente nuestra tarea.

Nuestra intención debería ser generar sólo aquello que construya, nada que destruya. Desde que abrimos la boca innecesariamente destruimos mucho.

Aprendamos a hacer silencio. Aprendamos que el Padre está presente en todo y en todo momento se está expresando. Si hacemos silencio lo podemos captar, lo podemos tomar, lo podemos entender. Si estamos hablando detrás de lo que nosotros queremos, y constantemente mientras estamos hablando pensamos lo que vamos a decir a continuación, nunca le damos espacio a Su expresión. Entonces, al silencio démosle el valor que tiene, en el lugar que tiene y sepamos hacerlo.

Si queremos crecer debemos trabajar sobre nosotros, nunca vamos a cambiar lo que el otro hace, sino que podemos ayudarlo en el proceso del cambio dando ejemplo, siendo claros, y es difícil ser claros sobre cosas que se leen o escuchan, sino que la claridad  plena llega a partir de la propia experiencia.

No nos hacen falta muchas palabras para expresar la verdad a partir de que la vivimos. Cuando la vivencia no está presente, no encontramos las palabras para hacerlo.

Hay realidades que son del espíritu, que no importa todas las palabras que utilicemos, no van a servir jamás para expresarlas, porque no son palabras, son realidades.

Ocupémonos de vivir para poder dar fe, y la fe se da en silencio, así como también a través del verbo.

En el silencio, sin hablar, a través de nuestros actos los demás verán. Algunos se preguntarán el porqué de nuestro obrar, llegarán a nosotros y allí podremos expresarnos. No se trata de forzar a nadie a entender lo que nosotros entendemos y creemos que es correcto y le va hacer bien.

Hay muchas personas amorosas tratando de cambiar el mundo, marchando por la vida observando injusticias que no toleran e intervienen intentando cambiarlas. En esto está presente una cuestión humana de falta de tolerancia, comprensión y respeto hacia el libre albedrío.

Tenemos libertad para hacer las cosas bien, como por tener libertad las podemos hacer mal. Si vemos que las cosas están mal hay que ayudar a cambiarlas dando ejemplo, teniendo la claridad en el verbo a partir de la conciencia.

Cuando hay Conciencia no hay discurso, hay Verbo, y el Verbo es de acuerdo a la necesidad de la situación que estamos viviendo, no es repetir siempre lo mismo.

Daniel Ferminades
Fundación Impulso de una Nueva Vida
www.impulsodeunanuevavida.org

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