Dejemos de hablar de Amor Incondicional

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Hace años nadie hablaba de amor más que refiriéndose a sentimientos dentro de una pareja o familia. La primera vez que escuché a alguien hablar claramente de la importancia del amor fue a Enrique Barrios en su libro «Ami, el niño de las estrellas». Enrique fue mi maestro durante años y aprendí mucho del amor y de mí misma gracias a sus enseñanzas. Años después me hice practicante, y más tarde maestra, de Reiki y ahí estaba de nuevo el amor. En estos últimos años lo que antes era insólito, es absolutamente habitual. Lo raro es el curso, el libro o el video de crecimiento personal que no mencione el amor.

Esto me genera sentimientos encontrados. Por una parte me alegro de que la gente hable cada vez más de su importancia. Lo que no considero tan positivo de la normalización es su falta de profundidad. Hablar es sencillo, practicar no tanto. Por eso mucha gente se limita a hablar y, sinceramente, hablar de amor incondicional no está para nada relacionado con Amar Incondicionalmente.

A lo largo de la historia, como mucho, algunos, que no todos, han amado incondicionalmente a sus hijos y a sus padres. Incluso hay quien ha podido amar así a su perro o gato. Y unos pocos afortunados a su pareja. Este amor no se ha dado más que para un porcentaje de la población. No es habitual, es extraordinario. Por tanto ahora que sabemos su importancia hemos de hacer el esfuerzo, un esfuerzo real, en descubrir qué es.

Empecemos nuestro viaje por los más cercanos y preguntémonos ¿amamos incondicionalmente a nuestros hijos, padres o pareja? ¿Hagan lo que hagan nuestro amor será el mismo? ¿Independientemente de si nos causan dolor, no cumplen nuestras expectativas u olvidan tener en cuenta nuestros deseos?

Si amas a tus hijos de esta manera, por favor házselo saber. Ese amor será un ancla en sus vidas. Es algo maravilloso, no lo hagas en silencio, díselo, repítelo hasta que se cansen de oírlo y, sobre todo, demuéstraselo. De esa manera al crecer sabrán que merecen ser amados y conocerán lo que es amar con esa intensidad.

Amar incondicionalmente a tus padres no implica doblegarte a sus deseos. Es que no te importe si votan a un partido político diferente al tuyo, ni si su forma de ver la vida es distinta o si cada vez que os encontráis te sacan algún defecto. Es ver más allá de eso, es aceptación plena pase lo que pase. Simplemente amarles con todo.

Cuando hablamos de amar sin condiciones a la pareja ante todo hay que tener presente que, tanto si dentro de unos años seguís juntos como si no, si te traiciona como si no, si vuestros objetivos cambian como si no, la seguirás teniendo en tu corazón. Y si es la persona con la que deseas estar, con más razón. Lo cual no implica renunciar a lo que eres, ser dependiente o pasarte la vida intentando cambiarle para que se ajuste a tus ideales. Es aceptar, crecer unidos, compartir, cantarse las cuarenta de vez en cuando, hacer las paces, llegar a acuerdos, tener aventuras juntos, ponerse objetivos individuales y comunes, apoyarse…

Quizás en nuestro círculo íntimo también haya animales, normalmente perros o gatos. Practiquemos también con ellos. Mostremos interés en comprender su mundo, su lenguaje, sus necesidades. Personalmente soy amante de los gatos y el mes pasado fui a un curso de La Gatoteca llamado “Curso básico del gato”. Después de vivir diez años con ellos, de haber leído mucho, de haberme hecho hasta un curso de comunicación animal, pensaba que poco iba a aprender. Fue toda una lección de humildad. Desde entonces soy consciente de todo lo que me queda por descubrir de mis queridos compañeros. Hacerlo es una cuestión de respeto y amor hacia ellos. No escatimar en los gastos de su veterinaria o de su comida también lo es. Si son miembros de la familia, lo son de pleno derecho. Eso de ir diciendo lo mucho que les quieres y pegarles o ni haberte molestado en leer qué ingredientes contiene el pienso que les das a diario no es muy coherente. El amor da mucho trabajo. Y muchas veces duele.

Ya de por sí es un dolor saber que no tenemos ni la más mínima idea de lo que es el amor pleno, pero descubrirlo también lo es. Para ello, hemos de reconocer que muchas de nuestras creencias, actitudes o costumbres deben cambiar. Que eso que nos enseñaron que era amar, quizás no lo sea tanto o, al menos, que podemos hacerlo mucho mejor. Veámoslo así: antes nadie se hizo tantas preguntas sobre el amor como nosotros, nuestros descubrimientos marcarán a los que vengan detrás nuestra, ¡somos unos privilegiados!

Una vez que logramos ir localizando formas más sanas de amar a los que tenemos cerca, ampliemos nuestro ámbito de influencia. Para ello tomemos consciencia de cómo cada uno de nuestros actos afecta a otros seres. El simple hecho de ir a comprar una camiseta hasta ahora podía ser sencillo yendo a la tienda de siempre, con la talla de siempre y el precio de siempre. Si practicamos el amor incondicional toca preguntarse: ¿los materiales con los que está hecha son sostenibles para el planeta? ¿cuánto habrá recibido quien lo confeccionó si a mí me cuesta esto? ¿sus condiciones laborales, en China o en donde fuera, son humanas? ¿las querría yo para mí? ¿las personas que me las venden reciben un salario digno? ¿de verdad necesito hacer esta compra o es un capricho?

Pararte, tomarte tu tiempo, recapacitar y salir de las conductas automáticas te lleva a decisiones conscientes buenas para ti, para mí y para el planeta entero. Decisiones tomadas con el corazón. A eso le llamo yo PRACTICAR el Amor Incondicional.

Todos los seres del planeta desean recibir amor. Eso incluye a plantas y animales. Pregúntate si los alimentos que tomas han crecido con amor, cuidados, pensando en el respeto al planeta y a sus vidas. Cada vez son más las personas que eligen disminuir su consumo de carne y probar todas las alternativas saludables que hay. Haz una visita a un restaurante vegetariano, seguro que te sorprendes y estarás salvando la vida de algún animal que desea vivir.

Desde ya te advierto que vas a encontrar muchas excusas para no seguir el camino del Amor Incondicional: la costumbre, la racionalización, la economía, la falta de tiempo y muchas más. Proceden de esa parte de ti que quiere que todo siga como ahora. Esa parte no es el corazón ni habla desde el Amor, en caso contrario más que excusas encontraría planificación, soluciones, acuerdos. Estate atento y no dejes que te engañe, tú estás plenamente comprometido con aumentar el Amor en el mundo ¡ve a por ello!

Y ya que estás repartiendo Amor del bueno por todas partes, no te olvides de ti. Mírate al espejo (¡de cuerpo entero!) y hazlo con amor, eso que ves es tu representación en este plano y en este momento, merece amor y ¡aceptación! Píllate hablándote mal, cuando esa voz interna te diga que eres tonto, torpe o malo, no le dejes seguir con el discurso. Pon tu atención en todo lo bueno, y si ni tú mismo sabes tus cualidades atrévete a preguntar a los que te quieren. Ellos te lo van a decir. Acéptalo. Amándote será más fácil que ames a otros, a las circunstancias y a la vida misma.

Así que remángate y ponte manos a la obra. Si a veces sientes la tentación de hablar de Amor Incondicional, hazlo ¡por supuesto! Eso sí, que no sea un hablar vacío, llénalo de contenido, de ejemplos prácticos, de manifestaciones, para que de verdad esa energía nos llegue a todos.

Sé que a mí también me llegará ¡gracias por adelantado!

Raquel Rús
www.raquelrus.es
raquelrus@hekay.es

 

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