Cambia tu Vida: sana tu niñ@ interior

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Todas las experiencias desagradables que vivimos de adultos son el resultado de las emociones no deseadas que tuvimos en nuestra infancia. Esas sensaciones, muchas de ellas intensas en dolor, pasaron en su momento al inconsciente y nos olvidamos de ellas.

Sin embargo, el olvido, que es un mecanismo de defensa que utilizamos para no sufrir, no impide que en nuestro día a día vivamos situaciones de distinta índole y protagonizadas por diferentes personas que hacen aflorar los mismos sentimientos del pasado y nos generan emociones desagradables.

La física cuántica establece que creamos nuestra realidad en función de las emociones que sentimos. El hecho de vivir las mismas emociones una y otra vez indica que dentro de nosotros existe un niño herido al que no prestamos atención y al que es necesario sanar. Así, del mismo modo que cuando tenemos una enfermedad acudimos al médico, es necesario acudir a un especialista en la sanación del Niño Interior que, a su vez, haya realizado el proceso de sanación de su propio niño interior para que pueda acompañar adecuadamente a la persona que desea sanar a su niño.

Para sanar nuestro niño interior es necesario conocer los diferentes modos en los que éste se expresa. Las formas más habituales en que se manifiesta un niño interior herido son a través de la falta de dinero o del trabajo adecuado; la mala relación de pareja; la incapacidad para poder tener pareja o no poder tener hijos; los problemas con familiares cercanos; los dolores físicos, enfermedades y accidentes que padecemos; la baja autoestima; la falta de autorrealización personal; las adicciones; la violencia de género; el acoso escolar o laboral y cualquier maltrato que suframos.

Todas estas manifestaciones del niño interior herido son el resultado de creencias, patrones y formas de comportamiento heredados de nuestros ancestros. Este conjunto de moldes de pensamiento es lo que se denomina los «desde dóndes» de los otros en nosotros.

Estos «desde dóndes» se nos aferran desde la infancia y continúan adheridos a nosotros en la edad adulta. Los «desde dóndes» se manifiestan en la forma de ver la vida, de sentir y de pensar; en la manera de movernos y de relacionarnos; en la manera que tenemos de expresarnos por escrito y al verbalizar nuestras metas.

Las personas interpretamos y vivimos la realidad del mismo modo en que nuestros progenitores acostumbraban a hacerlo. De esta forma, seguimos la estela de una fidelidad inconsciente al sistema familiar que se nos quedó grabada sin darnos cuenta y de la que nos tenemos que desprender para poder habitar nuestro Ser.

Estas grabaciones se denominan transacciones emocionales y debemos hacerlas conscientes si queremos comenzar a ser dueños de nuestra vida. Una persona dueña de su vida no está condicionada por lo que los demás quieren que haga. Tampoco está atrapada en sus creencias, ni obsesionada por lo que los demás esperan de ella. Una persona dueña de su vida se abre a su propia responsabilidad para crear las circunstancias que le sean más favorables en lugar de confiar en la suerte.

Los «desde dóndes» constituyen verdaderas cárceles que nos restan libertad. Es necesario conocer las llaves que abren las puertas de cada una de estas prisiones, pues de lo contrario estaremos dando vueltas y vueltas siempre sobre la misma realidad y seremos carne de cañón de los mismos errores de nuestros ancestros. Nos guste o no, lo cierto es que somos un reflejo de las mismas actitudes que mostraban nuestros progenitores.

Tres estructuras de la personalidad

Todas las emociones negativas vividas en la infancia van conformando tres estructuras de personalidad muy específicas, las cuales están relacionadas con los males que nos afectan. Estas estructuras son la víctima, el verdugo y el salvador. Una persona puede tener tendencia hacia una en particular, hacia dos o hacia las tres. Las combinaciones son múltiples.

Cada una de estas estructuras de personalidad actúa de un modo concreto, compulsivo y esperable. La personalidad víctima responde quejándose y justificándose. Se encuentra a merced de los demás y de las circunstancias y no parece llevar las riendas de su vida. La personalidad verdugo actúa ajusticiando. Su predisposición es a criticar a sus semejantes y a autocriticarse. La personalidad del salvador disfruta ayudando a los demás para que le quieran. Es un tipo de personalidad que da sin mirar a quién y se da muy poco a sí mismo.

Estas tres estructuras de la personalidad disponen de mecanismos automáticos que nos alejan de la conexión con nosotros mismos, con nuestros semejantes y de los propósitos más legítimos que nos propongamos alcanzar. Así que, si no sanamos al verdugo, a la víctima y al salvador que hay en nosotros distorsionaremos aún más la percepción que tenemos de la realidad.

Dejar campar a estos personajes a sus anchas nos avoca al fracaso en cualquiera de las áreas de la vida que queramos mejorar, ya sea la relación de pareja, la situación económico-financiera, el trabajo, la familia, las amistades, el ocio, la salud o la autorrealización.

Estos tipos de comportamiento inconscientes disponen de sus correspondientes antídotos. Pero para poderlos aplicar es necesario que comprendamos cómo podemos revertir los nocivos resultados de estos tres tipos de personalidad en nuestra vida. Así, el salvador tendrá que aprender a salvarse a sí mismo y dejar de salvar a los demás, el verdugo deberá aceptarse y aceptar a sus semejantes y la víctima deberá conectar con su determinación para salir de su estado.

Sanar tu niñ@ interior es la mejor inversión que puedes hacer para lograr mayor bienestar y alcanzar los resultados que hasta ahora se te resistían.

Javier de la Sen
Terapeuta especialista en Sanación del Niño Interior

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