Aprender a preguntar, la clave de un buen terapeuta

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El paciente no sabe que lo sabe, ni qué es lo que sabe, ni mucho menos como lo sabe, el caso es que posee todas las respuestas para alcanzar su estado óptimo de salud. ¿Qué es lo más importante que debe conocer un terapeuta? Si las respuestas están en posesión del paciente parece obvio que lo más importante para el terapeuta es saber preguntar, entender un código de comunicación sutil  con el cuerpo de su paciente que nos va a indicar qué y cómo le afecta y, lo más importante, qué necesita para recuperar su equilibrio.

Cómo es esto posible: hablemos de kinesiología. Hace ya medio siglo y de manera fortuita un quiropráctico observó en su consulta como el tono del músculo psoas de su paciente cambiaba de tono al cambiar el estado emocional de éste al ser preguntado por la salud de su padre también paciente. A partir de este hallazgo comenzó a desarrollarse el método que actualmente conocemos como kinesiología y que de una manera muy resumida podemos definir como técnica que nos permite evaluar a través de test musculares o del test de reflejo del brazo, todo aquello que pueda provocar un estrés. Del mismo modo que podemos provocar y evaluar la respuesta ante un factor de estrés podemos encontrar qué es lo que se necesita para adaptarse a él.

El desarrollo de la kinesiología ha seguido caminos diversos en base a los test empleados, a la importancia que se ha otorgado a los distintos aspectos de la salud (planos físico, químico, nutricional, emocional, energético) y a las técnicas empleadas para restablecerla. En poco tiempo han aparecido escuelas que en ocasiones parecen enfrentadas aunque los puntos importantes son comunes y esto nos ha obligado a algunos profesionales de la salud a transitar varias veces un mismo camino para conocer tanto las diferencias como la solidez de sus aspectos troncales. Se coincide más en el plano físico y estructural y la falta de consenso surge de la importancia que se da a lo emocional y la incorporación de la medicina china, etc.

La escuela de Kinesiología Integral ha sido la primera en restablecer la unidad en la práctica clínica de la kinesiología ofreciendo al profesional el conjunto de herramientas  más amplio posible para encontrar a través de este diálogo sutil con el cuerpo del paciente todo lo necesario para restablecer su salud.

Lo más importante para mí como terapeuta ha sido el cambio en mi actitud hacia la terapia y el paciente, un día comprendes que cada vez que intervienes, de la manera que sea, con una manipulación osteopática, con una aguja en un punto de acupuntura, con la recomendación de tomar un suplemento o de cualquier otra forma es el terapeuta quien está dirigiendo la información y la intención terapéutica hacia el paciente a partir de una anamnesis y la observación de signos clínicos. En cambio cuando me dejo llevar por los test kinesiológicos la sensación que obtengo es que el flujo neto de información se invierte, es el paciente quien la envía y yo quien la recibe, sólo tengo que seguir preguntando, dialogando, hasta llegar a un lugar muy preciso en que es el cuerpo del paciente el que me indica exactamente qué es lo que necesita y yo sólo debo facilitárselo. Esto te sitúa en un lugar de escucha, casi de contemplación, en el que el terapeuta se libera de su conocimiento y por tanto de su ego.

Y de aquí surge una bonita paradoja de la kinesiología integral, y es que para liberarte del conocimiento debes obtener mucho conocimiento. Poder llevar este diálogo terapéutico a través de los test hasta el lugar en el que la mínima intervención va a obtener el máximo resultado obliga a disponer de una amplia batería de técnicas.  La kinesiología integral es muy ambiciosa en este sentido dotando al profesional de todas las herramientas necesarias para dar respuestas a las necesidades de cada paciente a través de los test.

 Un kinesiólogo debe ser capaz de realizar ajustes estructurales, así como tratar el tejido blando, adquirir conocimientos de bioquímica y fisiología para saber qué suplementos pueden ser necesarios en cada caso, conocer las medicinas tradicionales china y ayurvédica, la auriculoterapia o el biomagnetismo para poder trabajar el plano energético y disponer de herramientas para poder acompañar en la resolución de conflictos emocionales utilizando técnicas de PNL, o de manera más sutil con flores de Bach entre otras técnicas.

El kinesiólogo es ese terapeuta capaz de dar a cada paciente lo que necesita, y que no trata a todos de la misma manera. Cada paciente y cada caso es único, no puede existir una  única técnica para todos ellos. Entonces, ¿cómo tratar a cada paciente? fácil, pregúntaselo.

Gustavo López Cejudo
Titulado Superior en Terapias Naturales, Osteópata y Kinesiólogo.
Profesor de Kinesiología Integral en Centro Sol
www.centro-sol.com

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